miércoles, 6 de mayo de 2009

Filosofia de la mente .

Cómo soslayar el problema del dualismo Mente-Cerebro mediante el análisis del lenguaje. Una exploración desde la filosofía de la mente.


Carlos Arturo Muñoz Patiño
Profesor Universidad Tecnológico de Pereira
carlosarturomunoz@utp.edu.co
Fundación del área Andina

“Desde mi punto de vista, la filosofía del lenguaje es una rama de la filosofía de la mente; por consiguiente, ninguna teoría del lenguaje es completa sin una explicación de las relaciones entre mente y lenguaje y de cómo el significado está anclado en la intencionalidad intrínseca, biológicamente más básica, de la Mente-cerebro”.
John Searle

Resumen

Con el siguiente trabajo se pretende dar una visión más amplia y por ende multidimensional de la relación mente-cerebro a partir del filósofo de la mente John Searle, se mostrara que si bien existe una relación causal entre la mente y el cerebro, no es posible reducir el uno al otro. De igual forma, se mostrara que la tesis dualista tampoco es la correcta para explicar el fenómeno mente. El dualismo mente-cerebro, que también es conocido como mente-cuerpo, es explicado y justificado por filósofos como Descartes. Tomando como referencia la postura de este, expondremos en qué consiste el problema del dualismo en la filosofía de la mente, y siguiendo las tesis de John Searle argumentaremos cómo puede superarse el reduccionismo de que la mente es cuerpo. Todo con el propósito de favorecer la postura de John Searle, según la cual la mente es un estado emergente del cerebro.

Palabras claves: mente, cerebro, dualismo, neutralizante, reduccionismo, relación causal, estado subjetivo, conciencia, estado funcional.

Abstract:






1. INTRODUCCIÓN

Una de las preguntas constantes y obligadas de la filosofía es la pregunta por el conocimiento. Tocar los linderos del conocimiento supone penetrar en los terrenos de la mente, pues el conocimiento es el resultado de la actividad de la mente. Por esta razón, es importante, antes que afrontar la pregunta por el conocimiento, indagar por la mente y, con ello, por las condiciones que cumplen los individuos que construyen conocimiento. De ahí que sea correcto suponer que la reflexión filosófica por el conocimiento debe estar antecedida por la reflexión filosófica sobre la mente, pues ésta es la condición esencial para que se de aquel.

Ahora bien, si anterior al hecho de conocer está el pensar, entonces es claro que hacernos la pregunta acerca de cómo es posible y qué es pensar obliga preguntar en dónde y cómo se efectúa dicha acción. Para tal fin, podríamos definir que es ese dispensario llamado mente, en el cual opera el pensamiento y con él, el conocimiento. Por lo tanto, las preguntas que ahora se nos presentan son: ¿qué es la mente?, ¿cuál es su lugar en la naturaleza?, ¿cómo opera? Es claro, entonces, que las respuestas a estas cuestiones permiten un mejor dominio sobre el problema epistemológico. Como quiera que la epistemología es el estudio del conocimiento, y éste está atado a la mente.

Una de las primeras preguntas que surgen en la determinación por analizar lo que puede ser la mente, es su relación con el cuerpo. Para el filósofo norteamericano John Searle, la mente y con ella los fenómenos mentales, como el conocimiento, están causados por procesos físicos que ocurren en el cerebro. La mente es causada por el cerebro. Esta tesis fácilmente puede justificar un reduccionismo: la mente sería simplemente cerebro. No obstante, hay que advertir que esta relación causal cerebro-mente no implica necesariamente un reduccionismo. Tampoco un dualismo. Del hecho de que la mente sea causada por el cerebro no se sigue que la mente sea idéntica o igual al cerebro. Y, a su vez, del hecho de que la mente no sea idéntica o igual al cerebro, no se sigue que sean dos entidades independientes y completamente distintas.

El siguiente trabajo defenderá justamente las anteriores afirmaciones, se mostrará que si bien existe una relación causal entre la mente y el cerebro, no es posible reducir la mente al cerebro. De igual forma, se mostrará que tampoco la tesis dualista es la correcta para explicar el fenómeno mente. El dualismo mente-cerebro, que también es conocido como mente-cuerpo, es explicado y justificado por los filósofos clásicos Platón y Descartes. Desde este último, mostraremos en qué consiste el problema del dualismo en la filosofía de la mente, y siguiendo a John Searle argumentaremos cómo puede soslayarse tal dualismo. Posterior a esto mostraremos cómo puede superarse el reduccionismo de que la mente es cuerpo. Todo con el propósito de favorecer la tesis, según la cual la mente es un estado emergente del cerebro.

2. EL DUALISMO MENTE-CUERPO

Dentro de la discusión filosófica sobre el problema de la mente, el dualismo se muestra como una de las teorías más fuertes en la tradición intelectual de occidente, que influyo de manera directa en buena parte de las primeras investigaciones científicas en lo referente al funcionamiento del cerebro y la existencia o no de una entidad inmaterial relacionada con este. En sí, el dualismo expresa que existen dos y sólo dos tipos de sustancias, a saber: mentes y objetos físicos. De esto se dice que la mente es sustancia no material y que lo físico se determina por estar extendido en el espacio, por ser sustancia material. Es entonces favorable distinguir que ningún objeto físico es en sí mismo una mente y que ninguna mente es en sí misma un objeto físico .

Ahora bien, según esta posición dualista, las personas están compuestas de esas dos sustancias. Por esencia, los individuos son mente; de forma contingente, cuerpo. Éste es tomado como objeto físico visible extendido en el espacio. Pero el dualismo sobrevalora lo mental sobre lo físico. Por ello, los dualistas sostienen que una persona es su mente, pero que tiene o posee de manera no esencial un cuerpo. Esto muestra claramente la asimetría entre las dos sustancias. Se sigue entonces lógicamente que si una persona deja de vivir corporalmente, es posible que continúe existiendo; pero si, por el contrario, su mente deja de ser, esa persona deja de existir, lo que demuestra la preeminencia de lo mental sobre lo corporal o físico.

Básicamente, el dualismo parte de las premisas anteriormente mencionadas. Platón, uno de los pensadores occidentales que fundamentó y contribuyó al esclarecimiento de las preguntas más relevantes de la filosofía, asume decididamente una posición dualista. Él es uno de los clásicos representantes del dualismo mente-cuerpo. De igual forma, René Descartes, el filósofo clásico de la modernidad, con sus tesis apoyó y enmarcó el dualismo dentro del problema filosófico de la mente. Ambos son autores obligados en la discusión sobre lo que es la mente. Es importante considerar que tanto Platón como Descartes tienen un planteamiento similar cuando proponen una equivalencia entre la mente y el alma. De ahí que para ellos sea imprescindible probar que la mente es el alma. Por lo tanto: “El tema de la supervivencia del alma afecta al dualismo, ya que si se pudiera probar que la mente es el alma y, además, que el alma es inmortal, entonces se habría probado que la mente es algo distinto del cuerpo, puesto que éste es mortal” .

He ahí el punto arquímedo sobre el cual se cimienta la discusión filosófica de las siguientes preguntas: ¿qué son las mentes?, ¿cuál es la relación existente entre las dos sustancias, esto es, entre mentes y cuerpos?

De lo anterior se puede establecer que, con respecto a la pregunta qué son las mentes, dentro del dualismo existe un consenso más o menos compartido. Las mentes son cualitativamente y cuantitativamente distintas al cuerpo (hay que entender por cuerpo aquella parte de las personas que se extiende en el espacio, es decir, un objeto físico cuya sustancia es no mental). Las personas son esencialmente su mente y sólo de manera accidental su cuerpo. El filósofo de la mente Stephen Priest, en su texto Teorías y filosofías de la mente, recoge claramente esta tesis dualista al afirmar que: “Una persona es su mente, pero no posee un cuerpo. De lo cual se sigue que si el cuerpo de una persona dejase de existir, es lógicamente posible que tal persona siguiera existiendo; pero si la mente de una persona dejara de existir, entonces necesariamente dejaría de existir esa persona” .

Esto demuestra claramente que para el dualismo la relación entre las dos sustancias es una relación causal de carácter excluyente y estrictamente circunstancial, ya que en principio las mentes pueden existir sin los cuerpos y los cuerpos sin las mentes. Por lo tanto, la pregunta severa que deben responder los dualistas es qué tipo de relación se da entre estas dos sustancias, sabiendo que ésta no es una relación causal igual a la de dos bolas de billar que se golpean una a la otra en una relación directa de causa y efecto de trasmisión de fuerza.

Esta especie de dicotomía mente-cuerpo ha operado a través de la tradición filosófica de Occidente y es precisamente este tipo de dicotomía la que se quiere rastrear en la primera parte de este trabajo. Los dos exponentes más destacados de esta posición son: Platón y Descartes. No obstante, nos centraremos principalmente sobre la teoría Cartesiana, tomando de manera tangencial algunos apuntes generales sobre Platón que se encuentran por extenso en otros apartados correspondientes a este estudio. Siguiendo a Priest, en tal ocasión, se reconstruyen los argumentos de Platón necesarios para ilustrar dicha posición. Damos una mirada a Platón, cuya visión del problema fue por demás ingeniosa. De allí, se extrae la teoría dualista mente-cuerpo, necesaria para clarificar con exactitud la cuestión aquí planteada. Para ello, nos remitimos al diálogo el Fedón o del alma, en el cual se encuentra un primer acercamiento referente a la naturaleza del alma y su diferencia con el cuerpo. Para la consecución de dicho objetivo se tomo como ejemplo la metodología implementada por Stephen Priest en su libro Teorías y Filosofías de la Mente. A la vez que se evalúan varios tópicos, los cuales proporcionan claridad sobre el tema.

En primer lugar, explicamos lo que Priest llama argumento del ciclo, en el que Sócrates arguye a favor de la inmortalidad del alma. En segundo lugar, se encuentra el conocido argumento de la reminiscencia, el cual tiene como objetivo reforzar el primer argumento aduciendo como conclusión que las almas existían antes de que las personas hubiesen nacido. En tercer lugar, se encuentra el tema de la relación entre el alma y las ideas, con ello se demuestra que el dualismo mente-cuerpo es consistente con la teoría de las ideas. Seguidamente, se presenta un tercer argumento, en el que se prueba que la mente o el alma es indestructible, naturaleza que no comparte el cuerpo que tiene como fundamento su temporalidad y corrupción; esto lleva necesariamente a afianzar la posición dualista mente–cuerpo. Por ultimo, y en relación con lo anterior, se tomo el argumento de los contrarios, noción utilizada por Sócrates para explicar que los contrarios se excluyen entre sí. Esto sirve para demostrar, en relación con la premisa de que el alma es de naturaleza distinta del cuerpo, que el alma es imperecedera y que el cuerpo al serle contrario no comparte las mismas cualidades de ésta; por lo tanto, que éste es perecedero o finito, con lo cual se reafirma la distinción entre mente y cuerpo como sustancias distintas.


3. ALGUNOS ARGUMENTOS CARTESIANOS A FAVOR DEL DUALISMO MENTE-CUERPO

Aunque la gran distinción filosófica entre la mente y el cuerpo en el pensamiento occidental puede ser rastreada desde los griegos, es en la obra fecunda de René Descartes (1596-1650), matemático, filósofo y fisiólogo francés, en la que encontramos la primera explicación sistemática de las distinciones entre la mente y el cuerpo.

El nombre de René Descartes es sinónimo del nacimiento de la modernidad. Los “nuevos” filósofos, como él y sus seguidores fueron llamados en el siglo XVII, inauguraron un cambio fundamental en el pensamiento científico, cuyos efectos perduran hasta hoy. En efecto, Descartes fue uno de los principales artífices de la noción de “pensamiento científico”… Al padre de la filosofía moderna se le ha tributado toda la admiración que habitualmente recibe un padre. Y también todo el resentimiento. Esa dualidad mente-cuerpo con la que él tan habitualmente quiso dar cuenta de la condición humana, parece ahora menos un paradigma que una prisión. Y sin embargo, no es posible no pensar en ella. Por eso es que para bien o para mal, Descartes seguirá siendo nuestro punto de partida para el intento de comprendernos y de entender nuestra relación con el mundo .

Nuestro filósofo es, por consiguiente, una figura clave en la historia de filosofía moderna, quien marca la transición de la imagen teocéntrica y aristotélica del mundo vigente en la Edad Media, a los métodos científicos y racionalistas que emergieron en el siglo XVII.

Para Descartes, el problema más importante que debía resolver el pensamiento filosófico era la adecuada adquisición del conocimiento, es decir, el estudio de la sabiduría, entendiendo por ésta no sólo la prudencia en el obrar, sino un conocimiento perfecto de todas las cosas que puede saber el hombre. La filosofía se convierte entonces en algo primordial para la adquisición de un conocimiento perfecto. Ahora bien, el conocimiento para ser perfecto y merecer el grado de sabiduría debe ser en su totalidad deducido de principios claros y distintos.

Según Descartes, los principios deben tener dos condiciones: la primera de ellas es que dichos principios deben ser tan claros y evidentes que el espíritu humano no pueda ante la presencia de estos dudar de su verdad; la segunda condición es que de ellos dependa el conocimiento de las demás cosas, de manera que ellos, los principios, puedan ser conocidos primero que las mismas cosas y sin necesidad de éstas, pero nunca las cosas deben ser conocidas sin recurrir a los principios. Los principios son entonces cognoscitivamente originales y originarios, o sea, de ellos todo se deriva y ellos no se derivan de ninguna cosa.

Ahora bien, la preocupación de Descartes por encontrar un punto de partida cierto e indubitable del cual partiera toda filosofía, lo llevó a la búsqueda de aquellos principios con los cuales poder fijar el edificio cierto e indubitable del conocimiento. Esto, unido por la fascinación que sentía por el avance de la ciencia matemática y geometría, de la cual es un digno representante, lo llevaron a pensar que la matemática debía ser el modelo que se debía seguir para considerar algún tipo de saber como ciencia. Para Descartes, el éxito de la matemática residía fundamentalmente en que partía de principios firmes, absolutamente indubitables; además, en que su método era rigurosamente deductivo, racional o, mejor aún, un método en el que para nada toman parte los sentidos, que sólo son ―según el filósofo― fuente de engaño y de errores. Este método queda planteado como un método puramente intelectual, cuyo acceso sólo es posible para aquellos hombres que “pueden desligar su espíritu del comercio de los sentidos y librarlo por completo de toda suerte de prejuicios” .

Todo lo anterior es importante para nuestra discusión, pues Descartes en su búsqueda de dichos principios firmes e indubitables va lentamente abriendo el camino del dualismo mente-cuerpo. Considera que dichos principios han de buscarse en la mente, y no apelando a la información procedente de los sentidos, porque estos se vinculan estrechamente con lo corporal. Ahora, las preguntas son: ¿qué lo lleva a buscar dichos principios más allá de los sentidos?, ¿por qué el sitio, por a así decirlo, de aquellos principios se encuentra en la mente, y no en el cuerpo, que es en resumidas cuentas el dispensario de los sentidos?
Hay que anotar que para nuestro filósofo todo lo dicho respecto de la verdad de las ciencias, antes de él, es susceptible de duda. Y es fundamentalmente este punto el que nos ayuda a esclarecer por qué Descartes termina fundamentando el conocimiento en la mente y no en el cuerpo.
Descartes pensaba que si existía un principio o elemento del conocimiento del que no se pudiera dudar en absoluto, entonces dicho elemento se podía tomar por absolutamente cierto y fundar sobre éste el conocimiento. Así, pues, el filósofo empieza en la meditación primera examinado lo escurridizo que son dichos principios. Al respecto dice:

Hace ya algún tiempo que me he dado cuenta de que desde mis primeros años había admitidos como verdaderas una cantidad de opiniones falsas y que lo que después había fundado sobre principios tan poco seguros no podía ser sino muy dudoso e incierto, de modo que era preciso intentar seriamente, una vez en mi vida, deshacerme de todas las opiniones que hasta entonces había creído y empezar enteramente de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias… ahora me aplicaré seriamente y con libertad a destruir en general todas mis antiguas opiniones… .

Así, empieza el camino de esclarecimiento incorporando su reconocido método de la duda como herramienta fundamental para alcanzar un puerto seguro de llegada al conocimiento de dichos principios. Este procedimiento de duda inicia examinado el que puede ser el primer principio del conocimiento: la percepción sensible. Para Descartes, si algo genera incertidumbre ha de ser desechado como fundamento del conocimiento. Como la percepción sensible ha generado dudas, él no la considera un digno candidato para ser principio del verdadero conocimiento. Descartes dice que si los sentidos alguna vez lo han engañado, es posible suponer que lo engañarán en otras ocasiones, con lo cual invalida las verdades provenientes de ellos.
Por otra parte, la imposibilidad de distinguir, sobre el principio de la percepción sensible, el sueño de la vigilia, y con esto, la fantasía de la realidad, pues lo que sucede en los sueños es ilusión en contraposición a lo que sucede en el estado de vigilia, conduce a Descartes a considerar que no es apropiado fiarse del principio de la percepción sensible.

Después de esto, Descartes considera que sí es pertinente, dado lo anterior, basar nuestro conocimiento haciendo acopio de los principios que guían el conocimiento matemático. Pues, como él mismo lo dice: 2+3=5, independientemente de la información sensorial; así que los principios que justifican la anterior proposición han de ser, a lo sumo, menos inseguros que los sensibles. No obstante y siguiendo su método de la duda, se encuentra que hay razones lógicas para dudar de tales principios. Es decir, los principios que rigen el conocimiento matemático y geométrico son igualmente cuestionables, pues puede existir un genio maligno que los haya incorporado en la mente con la intención de engañar. Para Descartes, la posibilidad de un dios engañador socava nuestra creencia de que nuestras disposiciones racionales sean seguras e indubitables. Es posible que este dios engañador haya generado nuestra confianza en los dictados de la razón, por ejemplo, nuestra confianza en la matemática y en la geometría; pero al ser este dios un ser engañador, tal seguridad es sólo apariencia, pues en realidad todas las operaciones de nuestra razón son falsas.
De esta manera, cuando Descartes hace uso de su método de la duda, deja de lado todo tipo de creencias y conocimientos anteriormente aceptados, pues ha demostrado que los principios sobre los que se asientan tales conocimientos son dubitables, prestos al error.
Siguiendo nuestro rastreo del dualismo cartesiano en las Meditaciones metafísicas, encontramos que el método progresivo de la duda de Descartes termina validando la confianza en la mente, en contraposición a la desconfianza que se genera al considerar los cuerpos. Así, en la segunda meditación cartesiana y como consecuencia del método de la duda, hay algo seguro, y es que Descartes es un pensamiento. Él no puede garantizar que sea un cuerpo, pero sí, de manera incorregible, que es un pensamiento.
El proceso que lleva a Descartes a esta conclusión inicia cuando afirma el estado en que había quedado en la meditación anterior. La meditación primera ha dejado a Descartes con tantas dudas que él, siguiendo su método, supone que todo es falso. Ni cielos, ni tierra, ni siquiera su propio cuerpo, son considerados por Descartes como existentes. Todo esto porque si es posible la existencia de un genio engañador, lo más sensato es no creer en nada. Este genio puede tener como único propósito estarlo siempre engañando. Pero, y aquí Descartes da el gran salto, si existe este genio engañador, y de hecho engaña sobre la existencia de los cielos, la tierra y hasta el cuerpo del propio Descartes, este genio no puede engañarlo de su existencia. Si Descartes está siendo engañado, de esto se infiere algo seguro: él existe, pues tiene que ser algo, cuando menos un ser que está siendo engañado. En sus palabras:

¿Acaso no me ha convencido también de que no existía en absoluto? No, por cierto; yo existía, sin duda, si me he convencido, o si solamente ha pensado algo. Pero hay un engañador muy poderoso y muy astuto que emplea toda su habilidad en engañarme siempre. No hay, pues, ninguna duda de que existo si me engaña, y engáñame cuanto quiera, jamás podrá hacer que yo no sea nada en tanto piense ser alguna cosa. De modo que después de haber pensado bien, y de haber examinado cuidadosamente todo, hay que concluir y tener por establecido que esta proposición: yo soy, so existo, es necesariamente verdadera siempre que la pronuncio o que la concibo en mi espíritu .

Éste es el punto angular para justificar el dualismo cartesiano. Descartes, a pesar de la hiperduda que le sugiere la posibilidad de un genio maligno, pudo llegar a un principio indubitable, principio sobre el cual reconstruirá el conocimiento. Ahora bien, este principio se asegura en la necesidad de su existencia. La pregunta que contestará ahora es: ¿y en qué consiste mi existencia? La respuesta es que si la existencia depende de la posibilidad de que está siendo engañado, de que está en el estado de la duda, en consecuencia la existencia debe definirse sobre esta posibilidad. Descartes nos dice que siendo la duda una forma del pensamiento y siendo su existencia garantizada por la posibilidad de la duda, en consecuencia su existencia se afinca en que él es pensamiento.
Descartes no se define como un ser o un ente con cuerpo, pues aún no puede garantizar la indubitabilidad de ser un cuerpo, mientras que sí puede garantizar la indubitabilidad del pensamiento. Por esto, antes que cuerpo, es pensamiento: “Pero, ¿qué soy, pues? Una cosa que piensa. ¿Qué es una cosa que piensa? Es un cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere que también imagina y siente” .
Lo anterior recoge el reconocido Cogito ergo Sum cartesiano. Pienso, luego existo. Sobre este principio el filósofo francés reconstruirá el reconocimiento racional del mundo, abandonado en virtud de la posibilidad lógica del genio maligno; de otra parte, sobre esta sentencia se fundamentará el dualismo mente-cuerpo.
Siguiendo a Descartes, pasemos a revisar sus consideraciones sobre el cuerpo, para poder establecer en qué radica la distinción de éste con él alma y así afirmar el dualismo.
Lo primero que podemos mencionar del cuerpo, y como consecuencia de lo anterior, es que éste a diferencia del pensamiento es dubitable. A pesar de su radicalidad, la duda hiperbólica cartesiana no ha podido desestabilizar la creencia de que Descartes tiene una mente. No sucede lo mismo con lo que tiene que ver con el cuerpo. La existencia del cuerpo aún es dubitable y su dubitabilidad es lógica. Sólo hasta la sexta meditación se encara decididamente lo que ha de ser el cuerpo, pues las razones que hasta la sexta meditación Descartes construye, para demostrar la existencia de Dios, la causa del error y la falsedad, no han servido aún para afirmar la existencia y los modos de ser de los cuerpos.
Siguiendo con el método de la duda, se ha establecido un criterio de verdad. Lo que sea claro, evidente y distinto es verdadero. Es un criterio netamente intuitivo que Descartes asume para elegir entre lo verdadero y lo falso. En su texto Reglas para le dirección del espíritu dice:

Entiendo por “intuición”, no la confianza que dan los sentidos o el juicio engañoso de un imaginación de malas construcciones, sino el concepto que la inteligencia pura y atenta forma con tanta facilidad y distinción que no queda absolutamente ninguna duda sobre lo que comprendemos; o bien, lo que viene a ser lo mismo, el concepto que forma la inteligencia pura y atenta sin posible duda, concepto que nace de la sólo luz de la razón y cuya certeza es mayor a causa de su mayor simplicidad que de la misma deducción .

A continuación, Descartes muestra cómo las verdades geométricas poseen esta virtud: son claras, evidentes y distintas, en una palabra, indubitables; así que el filósofo considera que es racional aceptar todo aquello que se presente al espíritu con esta distinción.

En la consideración de las cosas corporales encuentra que éstas tienen ciertas propiedades que pueden aceptarse en virtud de su criterio de verdad. Son la necesidad de que estas tengan extensión y forma. Los cuerpos son extensos es una proposición que el alma puede aceptar. Así, en virtud de que esto es verdadero, pasa a considerar la garantía de la existencia de los mismos, pues si son extensos han de ser algo.

En la sexta meditación, el filósofo francés da las razones para la confianza en los cuerpos y con ellos su posibilidad de existencia. Basándose en la necesidad de que el pensamiento y sus modos sean incorregibles, muestra cómo sobre la existencia de la imaginación se puede obtener la justificación de los cuerpos externos. Nos dice el filósofo que si la imaginación es, y de hecho es, se sigue que han de existir los cuerpos, pues la imaginación como facultad que produce imágenes ha de contar con cuerpos para ser imaginados. Mientras la razón puede concebir propiedades de cuerpos que son no replicables por la imaginación, como es una figura geométrica de mil lados, la imaginación puede prefigurarse mentalmente figuras, como un triángulo. Así, al ser ésta una facultad de la mente, debe haber cuerpos externos que la actualice.

Una vez que Descartes prueba la existencia de los cuerpos, auque como él mismo lo dice, no con la misma certeza con que prueba el pensamiento, pasa a considerar sus propiedades. Dice que los cuerpos son extensos, pues ocupan un lugar en el espacio. Además de esto, son divisibles, pues al tener ellos la propiedad de la extensión han de poder ser divididos. Y como mencionamos al inicio, su conocimiento no es indubitable de la forma en que sí lo es el pensamiento.
En este momento cabe introducir el llamado principio de identidad de los indiscernibles de Leibniz, pues a partir de él y de la demostración cartesiana del pensamiento, se puede ver fácilmente el dualismo cartesiano mente-cuerpo. Dicho principio, en una de sus versiones, dice que si dos cosas que parecen distintas resultan ser una y la misma cosa, entonces cada una de ellas debe compartir todas y sólo las propiedades de la otra. Para encajar mejor esta premisa dentro del argumento que nos interesa, debemos empezar por recordar que Descartes manifiesta que mente y cuerpo tienen características o cualidades distintas. Los cuerpos poseen como característica fundamental la extensión, es decir, son espacialmente referenciables, a diferencia de las mentes que no comparten esta cualidad. Otra diferencia entre lo mental y lo físico es que el conocimiento de los estados mentales son ciertos e indubitables, a diferencia de los objetos físicos que son susceptibles de error. Dado que los objetos físicos son públicamente observables por más de una persona, se sigue lógicamente que las mentes son distintas, pues no son observables y además son algo privado o privativo de su poseedor. En conclusión, las mentes son carentes de extensión, privadas e incorregibles a diferencia de los objetos físicos que son extensos, espacio-temporales y públicos. De lo anterior se deduce que ninguna mente es un cuerpo y que ningún cuerpo es una mente, puesto que si no fueran distintas, deberían compartir cada una de las propiedades de la otra, pero no es cierto que compartan todas y sólo las propiedades de la otra. Por esta razón, son distintas.

Consideremos este argumento de otra forma. Éste se encuentra implícito en la ya mencionada meditación sexta, que versa sobre la distinción entre mente y cuerpo. Este argumento está supeditado al supuesto de las ideas claras y distintas. Según Descartes, si algo puede concebirse de forma clara y distinta, entonces se puede inferir de allí que es verdadero. Dichas las cosas así y retomando nuevamente la duda metódica como instrumento de indagación, se puede afirmar que de lo único que puedo estar seguro es de que dudo. Esta duda sólo es posible que se dé si estoy pensando, de allí que yo pienso, de lo cual se desprende de forma clara y distinta que si pienso es por que existo. Si uno admite algo en su mente de modo claro y distinto, es imposible de negarle existencia alguna. Descartes lo plasma de esta forma en la meditación sexta: “Me basta con poder concebir clara y distintamente una cosa sin otra, para estar seguro de que la una es distinta de la otra” . De ahí que se pueda formar una noción clara de lo que es una cosa, sin tener que recurrir a otra; por lo tanto, esas dos cosas son distintas. Veámoslo de esta forma: si una cosa denominada A es distinta o diferente de una cosa B, entonces no son la misma cosa; por lo tanto, A no es B y B no es A. Recíprocamente, A y B no son el mismo tipo de cosa, pues de hecho A no es como B y B no es como A. De ahí que A no dependa para nada de la existencia y características de B y viceversa. De lo anterior, se puede colegir que A y B son dos cosas distintas. Así queda demostrado el dualismo mente-cuerpo en la filosofía cartesiana.

4. LOS PROBLEMAS DEL DUALISMO

Es importante para la discusión contemporánea respecto del problema de la mente, aceptar que parte de los descubrimientos hechos por otras ciencias anexas a la investigación sobre la relación entre mentes y cerebros son relevantes en la medida en que han ayudado a esclarecer un poco más el funcionamiento del cerebro y su posible relación con los fenómenos mentales. Los avances científicos y técnicos hechos respecto del estudio de la inteligencia consciente, tanto desde su perspectiva intrínseca como sistema, hasta de su relación con el medio natural externo, son motivo de investigación en más de una rama del saber. La adhesión de otros saberes al problema de la mente y su lugar en la naturaleza han permitido conocer más de sus procesos y estructura de lo que jamás imaginamos. Disciplinas como la psicología, la neurociencia, la etología, la neurolingüística, la inteligencia. la inteligencia artificial e incluso la teoría de la evolución, sólo por mencionar algunas, han proporcionado información valiosa al respecto. Apoyados en lo anterior, podemos afirmar que hoy en día es imposible y por demás inoficioso hacer filosofía de la mente sin tener en cuenta los aportes hechos desde las ciencias antes citadas.
”Lejos estamos de los días en que la filosofía se consideraba la única subsidiaria del conocimiento de las realidades. Es innegable que aunque la ciencia y tecnología hayan posibilitado problemas nunca antes imaginados es bien cierto, que nos han mostrado más del funcionamiento del mundo y de nosotros mismos que ningún otro saber” .

De esta manera, se nos presenta todo un panorama multidimensional de complejidad con relación al problema mente-cuerpo o mejor mente-cerebro. Esto debido a la necesidad de relacionar y organizar las diferentes opiniones que al respecto se han creado. Es precisamente en este punto en donde la discusión filosófica sobre la mente y su lugar en la naturaleza se vuelve más prolífica e importante, en la medida en que juzga críticamente las conclusiones que arroja la ciencia, algunas de las cuales se niegan a aceptar la imagen del sentido común, en donde la mente y con ella las creencias, deseos y sentimientos existen. De ahí que sea común en las ciencias reducir los fenómenos mentales a fenómenos físicos, acaecidos en la masa cerebral, y se eliminen los fenómenos mentales. La posición “naturalizante” de los fenómenos mentales, proveniente de dichas ciencias, que dicho sea de paso, cuenta con gran prestigio, degrada los fenómenos mentales a fenómenos estricta y únicamente físicos, negando en ocasiones la existencia de la mente, la conciencia y, en últimas, de la subjetividad.

En este orden de ideas, es apropiado valernos del filósofo de la mente John Searle, quien sin ser dualista, a la manera platónica o cartesiana, sostiene que la existencia de los fenómenos mentales es innegable, mostrando que estos no riñen en absoluto con la imagen científica del mundo. A su vez, introduciremos algunos argumentos que nos darán la solución a los problemas que deja sin resolver la posición dualista mente-cuerpo.

Ahora bien, partiendo de lo anterior y teniendo en cuenta que no se puede de ningún modo excluir de esta discusión los avances hechos por las ciencias que estudian los fenómenos cerebrales, debemos afirmar que hoy en día existe un acuerdo muy firme entre filósofos y científicos respecto del hecho de afirmar que el cerebro, como parte constitutiva del cuerpo humano, está dotado por la naturaleza para producir dentro de su infinidad de fenómenos lo que llamamos comúnmente la mente. De hecho, el cerebro tal y como se conoce, por lo menos hasta ahora, es el único órgano identificable dentro del universo, que posibilita intrínsecamente desde su configuración la posibilidad de que exista pensamiento y estados mentales.

Una manera de argumentar lo anterior la encontramos en Searle cuando nos dice que la pérdida o estropeamiento de ciertas partes del cerebro dan como resultado la pérdida de ciertas capacidades tanto físicas como mentales. Por lo tanto, podemos inferir que las mentes dependen decisivamente del cerebro. Es así como el cerebro y su evolución son factores decisivos para la existencia de la mente y de todos sus rasgos o fenómenos. La relación Searleana del sentido común de la mente con el cerebro no es fortuita, se encuentra en trabajos científicos como los del Rodolfo LLinas, quien lo afirma de esta manera en su libro El cerebro y el mito del yo:

La mente, o lo que llamaré “estado mental”, es el producto de los procesos evolutivos que han tenido lugar en el cerebro de los organismos dotados de movimiento… el cerebro y la mente son eventos inseparables. Igual importancia que lo anterior tiene entender que la “mente”, o el estado mental, constituyen tan solo uno de los grandes estados funcionales generados por el cerebro… la evolución de tan singular función ciertamente debe haber coincido con la del sistema nervioso y, por tanto, las fuerzas impulsadoras de su evolución deben ser las mismas que conformaron y determinaron la mente […] .

Por otra parte, el dualismo descrito a partir de Descartes y Platón tiene como inconveniente no poder reconciliarse con la imagen científica del mundo. Ellos no pueden explicar cómo una cosa inmaterial, subjetiva, privada, incorregible, puede vincularse causalmente con una cosa material, objetiva, pública y dubitable, como es el cuerpo. La salida de Descartes no parece muy plausible, pues supone que la mente es el piloto de la nave, que es el cuerpo. Así, en la analogía de Descartes, como el alma al igual que un piloto se da cuenta del daño de su nave, de la misma manera la mente se entera de lo acaecido en el cuerpo. Así como un piloto cuando vira el timón causa movimiento a la nave, cuando la mente solicita algo al cuerpo, éste actualiza su solicitud. En palabras de Descartes:

“La naturaleza me enseña también, por medio de estos sentimientos de dolor, de hambre, de sed, etc., que no sólo estoy alojado en mi cuerpo, como un piloto en su barco, sino que, además de esto, le estoy muy estrechamente unido y confundido y mezclado de tal modo que formo como un único todo con él. Pues si esto no fuera así, no sentiría dolor cuando mi cuerpo esta herido, yo que no soy más que una persona que piensa, sino que percibiría esa herida solo por medio del entendimiento, como un piloto percibe por medio de la vista que algo se rompe en su barco; y cuando mi cuerpo tiene necesidad de comer o beber, yo conociera simplemente eso mismo, sin que los sentimientos confusos de hambre y sed me lo advirtieran. Pues, en efecto, todos esos sentimientos de hambre, de sed, de dolor, etc.; no son sino ciertos modos confusos de pensar, que proceden y dependen de la unión y como de la mezcla del espíritu con el cuerpo’ .

La anterior cita presenta la necesidad de Descartes de unir las dos sustancias mente y cuerpo para explicar por medio de esta conexión el hecho innegable de que estas dos presentan relaciones causales. No obstante, el filósofo deja sin resolver el problema, pues lo que él debe justificar no es la unión existente, sino el tipo de relación que sugiere dicha unión. El asunto interesante es la relación entre mente y cuerpo, y no la obvia conexión que hay entre estos. La conexión real entre mente y cuerpo es un hecho, y la analogía de la nave y el piloto lo recrea; no obstante, Descartes se queda corto en la demostración de cómo algo inmaterial se comunica con algo material o físico. De cómo algo físico causa o produce efectos en una supuesta entidad no física. Al respecto afirma Priest:

“La dificultad real reside en explicar como una entidad no espacial, una mente, puede causar efectos sobre lo que es espacial, el cuerpo; o como un cuerpo espacial puede causar efectos en una mente no-espacial. Descartes piensa que la interacción causal de la mente y el cuerpo tiene lugar en una parte singular del cerebro: la glándula pineal. Esta tesis, sin embargo, no nos ayuda a resolver el problema causal. Filosóficamente es irrelevante. Si la mente no es física, entonces no hay posibilidad de que contacte con la glándula pineal ni con cualquier otra parte del cuerpo. Una vez que nos hayamos desembarazado de la imagen mental del alma o mente como una especie de objeto transparente e intangible, y restringimos nuestro pensamiento a las propiedades que juzga Descartes que tienen las mentes, resulta extremadamente difícil como estas podrían influir los objetos físicos” .

En consecuencia, dada la dificultad del dualismo para explicar el hecho notorio, tanto desde la posición del sentido común como científica, de que la mente tiene ingerencia causal con el cuerpo y éste a su vez con la mente, la literatura filosófica contemporánea tiende a negar la posición dualista. Como mencionamos al inicio de este trabajo, la salida puede ser la eliminación de la mente. Lo que se conoce como la reducción de la mente al cuerpo: reduccionismo. Esta posición sugiere que los estados mentales no existen, pues éstos sólo son hijos de una tradición metafísica ya caduca. La ciencia muestra lo que hay en el mundo, y la superación de la metafísica por parte de la ciencia, esto implica entre otras cosas, que los postulados metafísicos basados en la pura especulación, en la que la experiencia no cuenta como justificación primera, sólo son sin sentidos.

No obstante, el asunto del reduccionismo de la mente, siguiendo a Searle, no es la salida para el problema que aqueja al dualismo. Como lo expresa el filósofo, si bien es un hecho que la mente y el cerebro interactúan causalmente, también es un hecho rocoso, en contra de la posición reduccionista, que los estados mentales y con ellos la mente existen. Como señala Hilary Putnam, atacando las posiciones reduccionistas y citando la presentación de un libro que anuncia tal ataque: “La mayoría de la gente cree que hay cosas tales como las creencias” . Salta a la vista que no podemos desatender la imagen evidente y hasta científica de que las creencias, los deseos y las intenciones existen. Pero de una manera un tanto distinta a las maneras crudas de ser de los cuerpos. Si bien es cierto, hay cierta asimetría entre las propiedades de los cuerpos y los estados mentales, lo que no implica una independencia entre ellas como lo sugiere el dualismo, o la eliminación de una como lo sugiere el reduccionismo.

5. El problema del lenguaje

La posición dualista de la mente al construirse sobre la definición de lo que es el cuerpo, como hemos ido anotando, enfrenta la imposibilidad de explicar la relación causal entre estas dos entidades. Podemos pensar que una teoría que puede explicar esta relación, y que además no riña ni con el sentido común ni con las afirmaciones científicas, ha de ser una mejor explicación, y, por qué no, una superación del dualismo y del reduccionismo. Searle, a lo largo de sus textos, presenta una teoría que cumple con las anteriores exigencias. Sin ser dualista, conserva la existencia de los estados mentales. Sin ser reduccionista y sin desconocer lo que en materia científica se ha dicho sobre el cerebro y la mente, explica la relación causal mente-cuerpo.

En lo que respecta a la filosofía de la mente, la tradición filosófica nos turbada los hechos obvios de nuestra experiencia. Dicha tradición está condicionada por algunos factores. Entre éstos se cuenta el problema del lenguaje. Junto con el vocabulario, se admitió cierto conjunto de categorías que condicionan la forma de concebir los fenómenos mentales. Es incuestionable que el lenguaje utilizado para argumentar algo, carece de todo, menos de ingenuidad, ya que el vocabulario utilizado está determinado por cierta visión teórica del mundo. El vocabulario implicado aquí incluye de forma clara una serie de oposiciones aparentes entre la mente y el cuerpo, al considerarlos como entidades totalmente distintas. Por esto, no es de extrañar que el presupuesto cartesiano termine en el dualismo, dualismo que se sugiere en el lenguaje que utiliza para demostrar sus tesis.

El punto es que del hecho de que yo haga dos tipos de descripciones y utilice dos tipos de vocabulario (extensional e intensional), no se sigue que existan dos tipos de entidades distintas en el mundo. Como mostró Frege, una misma referencia puede ser descrita de varias maneras distintas, lo cual no implica que existan dos referencias distintas. Si bien el enunciado “el lucero matutino es un cuerpo iluminado por el sol”, es un enunciado distinto a “el lucero vespertino es un cuerpo iluminado por el sol” de esto no se sigue que se tengan dos entidades distintas. De hecho, en el anterior ejemplo aunque los dos enunciados son distintos, tienen sentidos diferentes, se refieren al mismo objeto: Venus. Lo que tenemos en el problema del dualismo es que dos tipos de descripciones suponen dos tipos de entidades diferentes y, como se anotó, esto no es necesario. El mismo Searle dice, en su texto La construcción de la realidad social, que confundir el estatuto de los juicios, de las descripciones con el de las cosas, con el de los modos de ser de los entes o lo que conocemos como ontología, conlleva a errores que sólo con un atento análisis se pueden evitar. De ahí, se puede pensar que el análisis de los vocabularios que justifican el dualismo mente-cuerpo puede ofrecer la solución a este problema.

Para especificar mucho más este punto de vista, se tomarán algunos argumentos de Priest para mostrar que la visión dualista es errónea y que, al aclararse el nivel ontológico y el nivel descriptivo, dicha aclaración puede ser suficiente para hallar una solución acertada respecto de lo mental.

Esta descripción es interesante en la medida en que permite establecer de forma clara cómo la posición dualista ontológica es erróneamente justificada por los usos del lenguaje en que se presenta tal posición. Siguiendo a Priest, veremos en qué consiste la distinción del lenguaje que sugiere la posición dualista.

Se presentará a continuación un listado de predicados en dos columnas. Del lado izquierdo se pondrán los predicados con los cuales se entiende tácitamente cuándo se habla de cosas mentales; en la otra columna, la derecha, se pondrán los predicados que se entienden tácitamente cuando hablamos de cosas físicas. Ahora bien, cuando se dice que un predicado está implicado en una descripción, esto quiere decir que cuando alguien afirma que una cosa X es mental o física, se está refiriendo conceptualmente a que X es F, en donde F es un lugar topográficamente vacío que podría ser cubierto por algunos predicados de la lista. Dicho de otra forma, tómese F como la variable o predicado, y X como el sustantivo. Esta variable testada con alguno de los componentes de la lista anterior discriminará lo mental de lo físico. De este modo, si decimos que X es F, en donde F es igual a privado, diremos entonces que X es mental.


MENTAL FÍSICO

Temporal Espacio-temporal
Privado Público
Incorregible Corregible
Interno Externo
Uno Múltiple
Libre Determinado
Activo Pasivo
Yo Otro
Sagrado Profano
Inextenso Extenso
Indivisible Divisible
Sin forma Con forma
Intencional No intencional
Subjetivo Objetivo

Con un vocabulario como éste se ha abordado el problema de la mente y su lugar en la naturaleza. Como vemos, esta forma de nominar las cosas incluye una serie de oposiciones aparentes entre lo físico y lo mental. En esta oposición se encuentra implícita la tesis según la cual el mismo fenómeno bajo los mismos aspectos no puede ser partícipe literalmente de dos predicados contrarios al mismo tiempo. De aquí se deduce erróneamente que si algo es mental, no puede ser físico y que, además, no puede compartir bajo los mismos aspectos predicados de la otra columna. Así, pues, si alguna cosa es pública, entonces no puede ser privada; si es interna, no puede ser externa; si es material, no puede ser inmaterial, y así sucesivamente. De aquí que:

“Muchos intentos de resolución del problema de la mente y el cuerpo adoptan erróneamente estrategias de reducir los conceptos de una lista a otra. De hecho, cada uno de esos predicados es semánticamente irreducible a su opuesto. Sólo se obtienen ontologías empobrecidas cuando se niega una aplicación genuina a los predicados de cualquiera de las columnas” .


Con lo anterior se ve que es posible hacer descripciones semánticamente irreductibles de una misma región ontológica de la realidad. Como Priest afirma, negarse a asumir la posibilidad de estos dos tipos de comprensiones ―mediadas por el lenguaje― del fenómeno mental y su relación con el cuerpo, es empobrecer la ontología que sugiere y, con esto, constreñir nuestra posible explicación de la misma.

De todo lo anterior, podemos concluir que el dualismo se constituye sobre dos tipos de descripciones distintas. Estos dos tipos de descripciones han hecho pensar erróneamente que dos tipos de entidades completamente distintas pueblan nuestro universo: mente y cuerpo. Dado que un lenguaje supone la no reducción del otro, es fácilmente pensable que en consecuencia dos entidades distintas han de testar cada una de los lenguajes, y que estas entidades, al igual que los dos lenguajes, son irreductibles y completamente distintas. No obstante, como lo vimos con Frege y con Searle, es posible que una misma entidad con sus distintas propiedades pueda ser descrita con distintos vocabularios. De igual manera, hay que anotar que esta tesis, si bien socava el dualismo, no implica o apoya necesariamente, como puede parecer a primera vista, el reduccionismo.

Con Searle se ha afirmado que un abismo ontológico, como es el abismo dualista, no se justifica en virtud de la distancia que hay entre dos lenguajes; no obstante, él no está diciendo que, en consecuencia, una es la manera de ser de las cosas del mundo y otra la forma de ser del lenguaje, que describe esta forma de ser. Lo que está advirtiendo es que sobre el lenguaje se ha construido una falsa dicotomía y que, sobre el análisis del mismo, tal dicotomía se puede superar. Su posición no es reduccionista, pues, como veremos, Searle no niega la existencia de los estados mentales. Ni tampoco los supone como independientes del cerebro, a la manera de un dualista. Siguiendo la jerga contemporánea de la mente, puede pensarse que su concepción de la mente es interaccionista, la cual se justifica sobre la explicación de la relación causal mente-cuerpo. Así que, bajo la explicación de la relación causal mente-cuerpo o lo que es lo mismo mente-cerebro, se mostrará cómo se puede, sin ser dualista, seguir sosteniendo la existencia de los estados mentales y, sin ser reduccionista, explicar su relación causal.

Siguiendo el orden lógico de la discusión, cabe anotar que el uso inapropiado del lenguaje introduce un sesgo más que imposibilita la conciliación entre la explicación de la relación mente-cerebro, tanto desde el sentido común como desde la visión científica. Este inconveniente está dado por el concepto de causación existente entre mente y cerebro, que, dicho sea de paso, fue uno de los escollos que no pudo salvar el dualismo cartesiano. Encontramos, entonces, que uno de los inconvenientes más fuertes para negarse a admitir la existencia efectiva de los fenómenos mentales y su relación con el cerebro es acceder al problema desde la aplicación de un concepto de causación demasiado primitivo.

6. ¿CÓMO SOFISTICAR LA NOCIÓN DE CAUSACIÓN?
La falta de suficiencia de la noción tradicional de causa es la que según nuestro filósofo ha provocado que todavía, y después de tantos siglos, siga operando el problema dicotómico entre mente y cerebro “en un sentido en que no tenemos”, por así decirlo, un “problema digestión-estomago” . La perplejidad que se origina al pensar, cómo los fenómenos mentales y físicos tienen relaciones de causa y efecto y cómo puede ser que uno sea el rasgo del otro, implica que la mente se causa a sí misma, tesis que, desde el punto de vista del sentido común y desde la visión científica, es inadmisible. Por ello, el mal entendimiento del concepto de causación lleva a la confusión en distintos niveles respecto de las conclusiones que puede generar. De esta manera, se puede afirmar que:
“La noción anticuada de causa aparecía en la dinámica de fuerzas como se hablaba de la salida del sol, aun reconociendo que esta forma de hablar no es sino una cuestión de conveniencia. La causación está profundamente engastada en el lenguaje y en el sentido común. Decimos que las gentes construyen casas o carreteras: “construir” y “hacer” son ambas nociones que implican causalidad” .

Así, pues, como lo afirma Russell y en concordancia con lo expuesto anteriormente, el concepto de causación entraña ciertas dificultades desde su significación lingüística, dado que su uso es demasiado restringido a la connotación común de causa y efecto o, como lo diría el mismo Russell, a la noción de consecuencia necesaria. Así, pues:

“[…] llegamos a la noción de consecuencia “necesaria”. Los libros de texto nos dicen que A es causa de B, si A va necesariamente seguido de B… decir que A va “necesariamente” seguida de B viene a ser como decir que existe algunas regla general, manifiesta en una prolongada serie de casos observados, y no contradicha en ninguno de ellos, según la cual los sucesos tales como A se siguen por sucesos tales como B. No es necesario que tengamos ninguna noción de “coacción”, cual si la causa forzase el efecto” .

Es evidente, entonces, que aplicar el concepto de causación desde este presupuesto lingüístico al problema mente-cerebro es un error, pues las entidades que aquí interactúan no son, las dos, del mismo nivel . Dicha noción, entendida así, no se puede aplicar a la relación entre mente y cerebro, puesto que aquí la mente ya no puede ser tomada como una cosa, como se usaba en el argot metafísico que, en últimas, posibilitó el concebido dualismo entre mente y cuerpo. En definitiva, creer que la causación entre mente-cerebro funciona con la antigua fórmula en la cual un suceso A sería siempre seguido de un suceso B, sería como equiparar la relación entre el cerebro y la mente a un modelo elemental de causa y efecto que:

“Funciona del mismo modo que las bolas de billar golpeándose entre sí. Este crudo modelo de las relaciones causales entre cerebro y mente nos inclinan a aceptar algún género de dualismo; estamos inclinados a pensar que los eventos de un reino material, el “físico”, causan eventos en otro reino insubstancial, el “mental”. Pero esto me parece un error. Y una manera de eliminar el error es lograr un concepto de causación más sofisticado.”

De esta manera, podemos afirmar que la antigua fórmula con la que se aplicaba el concepto de causación consistía en que un suceso A sería siempre seguido de un cierto suceso B, y que el problema que tenía por objeto era el descubrimiento de las leyes causales, el cual funcionó invariablemente en un período “primitivo de la ciencia”. Bajo estas condiciones, la aplicación del concepto de causación al problema mente-cerebro proporciona indistintamente dos alternativas, a saber: o un dualismo o un reduccionismo.
Ahora bien, detectado el error es necesario superarlo. Para ello, Searle cuenta con una salida por demás ingeniosa; esta salida no es otra que lograr, como él mismo lo dice, un concepto de “causación más sofisticado”. Pero, ¿en qué consiste dicho giro?
Es necesario en este punto de la discusión traer al tapete nuevamente las premisas con las cuales empezamos el capítulo. Allí planteamos que es imposible hacer filosofía de la mente alejados de los avances hechos por la ciencia al respecto. De hecho, la visión científica del mundo se empezó a gestar durante el siglo XVII y se ha ido desarrollando de manera continua y directamente a lo largo del siglo XX, atravesando todas las esferas del hombre occidental. Esto ha hecho que la visión científica contemporánea del mundo sea muy compleja e incluya todas “las teorías generalmente aceptadas sobre qué tipo de lugar es el universo y cómo funciona” .

De lo anterior, podemos colegir que es imposible hoy en día excluir el influjo de la ciencia en nuestra visión general del mundo. Al respecto, se dice que la ciencia contemporánea:

[…] incluye teorías que van desde la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad a la teoría geológica de la tectónica de placas y la teoría del ADN sobre transmisión de la herencia. En nuestros días, por ejemplo, incluye la creencia en los agujeros negros, la teoría de las enfermedades causadas por gérmenes y la explicación heliocéntrica del sistema solar. Algunos aspectos de esta concepción del mundo son meras sugerencias, otros están bien establecidos. Al menos dos aspectos son fundamentales y están bien establecidos que ya no son opciones abiertas para los ciudadanos razonablemente bien educados de esta época; de hecho, son en gran parte constitutivos de la moderna concepción de mundo .

Lo anterior nos ilustra que si bien la ciencia en algunos casos sólo sugiere de forma discursiva la aproximación a ciertos eventos , en otros es indiscutible la aceptación de las explicaciones elaboradas. Dado que las evidencias y el peso de la explicación proporcionada por ella no dejan lugar a la duda, por lo menos dentro del marco de las posibilidades que hasta hoy se conocen, sin embargo puede que en el futuro y a la luz de los nuevos adelantos, estos hechos tengan que ser revaluados.

Como lo anotamos anteriormente, existen dos teorías que hasta hoy pueden ser tomadas como los ejes fundamentales de la visión científica del mundo moderno y de las cuales se toman constantemente sus modelos explicativos: “Se trata de la teoría atómica de la materia y la teoría evolucionista en biología. Por supuesto, como cualquier otra teoría, podrá ser refutada por investigaciones posteriores, pero, por el momento, la evidencia a su favor es tan abrumadora que no parece estar a la espera de que alguien las refute”

Quiero destacar que este es el punto clave de la posición Searleana para situar la mente y los estados mentales dentro de la concepción científica del mundo. Ubicar los fenómenos mentales respecto a estas dos teorías, es decir, utilizar los modelos explicativos sobre los que se fundamenta la teoría atómica de la materia así como los principios explicativos de la teoría evolucionista de la biología, es imprescindible para sofisticar la noción de causación. Debido a que, como lo señalamos anteriormente, son los dos modelos explicativos más exitosos y que hasta el momento se muestran tan evidentes que incluso son aceptados por el sentido común sin mayores inconvenientes.

Recapitulemos, hasta aquí tenemos ya dos ideas claras. Primero, el concepto de causación utilizado para explicar los fenómenos mentales y su relación con el cerebro no es adecuado, ya que presenta como inconveniente el hecho de identificar dos eventos discretos, es decir, distintos. Uno identificado como causa y otro como efecto, de aquí que bajo este modelo se conciba algún género de dualismo. Segundo, la salida a este inconveniente es lograr un concepto de causación más sofisticado y, para ello, se debe recurrir a los modelos explicativos más elaborados que operen dentro de la ciencia, entre los que se cuentan la teoría atómica de la materia y los principios de la biología evolucionista. Estos dos modelos parecen lo suficientemente evidentes y aceptados como para ser tomados como paradigmas.

Ahora bien, en la teoría atómica de la materia, el universo está conformado o, mejor, constituido por niveles. Dichos niveles que conforman los fenómenos físicos se dividen en otros mucho más pequeños denominados partículas, las cuales, a su vez, están constituidas de otras mucho más pequeñas, hasta llegar al nivel de las moléculas, las cuales están compuestas de átomos. Éstos están compuestos de nucleones que a la vez están constituidos por neutrones y protones, los cuales están formados de quarks. Todo este sistema se mantiene gracias a las fuerzas de interacción electromagnética, la cual puede ser débil o fuerte . Como vemos, la explicación de la física en cuanto qué hay en el mundo y cómo está compuesto, parte de distinguir “entre micro y macropropiedades de sistemas a pequeña y gran escala” . Esta distinción entre macro y micro es necesaria para la explicación de los fenómenos físicos, pues permite entender cómo las interacciones de ciertas partículas a nivel micro causan los fenómenos o rasgos del nivel superficial o macro. Searle resume esta idea de la siguiente manera:

Es esencial al aparato explicativo de la teoría atómica no solo la idea de que los sistemas grandes están hechos de sistemas pequeños, sino también que muchos rasgos de los grandes pueden ser causalmente explicados por la conducta de los pequeños. Esta explicación nos da la posibilidad, en realidad nos impone el requisito, de que muchos tipos de marofenómenos sean explicables en términos de microfenómenos .

Para ilustrar mejor lo anteriormente citado, podemos tomar como ejemplo la solidez de los cuerpos físicos. La solidez puede ser explicada como la disposición a nivel microestructural de las partículas, es decir, la forma de enrejado ocupada por las moléculas . Como vemos, la solidez de un cuerpo es un fenómeno o rasgo de nivel superficial que puede ser explicado por la interacción de las partículas a un micronivel . Dentro de esta gama de sucesos podemos mencionar otros tantos como la liquidez y transparencia del agua, las cuales se explican por la naturaleza de las interacciones entre las moléculas de hidrogeno y oxigeno dispuestas a nivel microestructural de la manera apropiada, es decir, de la forma como comúnmente la conocemos: H2O. En otras palabras, los rasgos superficiales están causados por los movimientos efectivos de los microelementos, y, al mismo tiempo, están realizados dentro del sistema que componen los microelementos. Existe, entonces, una relación de causa y efecto, pero al mismo tiempo, los rasgos superficiales son sólo rasgos de nivel superior del mismo sistema cuyo comportamiento dado a un micronivel causa esos rasgos. Como podemos constatar, el concepto de causación implementado por la física no restringe los fenómenos a simples eventos sucesivos entre dos entidades distintas; por el contrario, afirma que no es posible identificar de forma separada los rasgos de los niveles micro y macro fuera del sistema que ellos mismos componen.

De esta forma, podemos observar que una de las características del progreso de la ciencia, es que explica cómo una expresión que se define originalmente en términos de rasgos superficiales, rasgos accesibles a los sentidos, sea subsecuentemente definida en términos de la microestructura que causa esos rasgos superficiales.

Como consecuencia de lo anterior, podemos inferir que no hay ningún inconveniente filosófico o científico para aceptar que se pueda “aplicar estas lecciones al estudio de la mente, me parece que no hay dificultad en dar cuenta de las relaciones de la mente con el cerebro en términos del funcionamiento del cerebro para causar estados mentales” . Uno de los mejores ejemplos para explicar dicha causación es el que tiene que ver con la liquidez del agua, como ya lo anotamos. Ésta es causada por el movimiento de los elementos del micronivel, lo cual la hace un RASGO; pero el agua como agua es una cosa que tiene ciertas características que pertenecen a su sistema como agua, es decir, al hablar de agua se sobreentiende que ésta es líquida, con lo cual se admite que la liquidez es uno de los rasgos del agua, así como el hecho de que moja. Con esto no se quiere decir que el agua sea una cosa y su liquidez otra, sino que se admite que la liquidez del agua pertenece a ella indistintamente porque las moléculas así lo disponen en el nivel de los microelementos. El hecho de que el agua moje no implica que al sacar una molécula de un vaso con agua se pueda decir que esta molécula está mojada. Searle explica de forma muy clara esta idea al decir que:”… aunque podamos decir de un sistema de partículas que esta a 10º C. o que es sólido o que es liquido, no podemos decir de ninguna partícula dada que esa partícula es sólida, que esa partícula es líquida o que esa partícula está a 10º C…” .

Desde este punto de vista, es plausible afirmar la relación causal entre el cerebro y la mente. Vistas las cosas así, no existe impedimento tanto desde lo científico como del sentido común para afirmar que la mente y sus estados o fenómenos mentales son rasgos de nivel superior causados por el cerebro y realizados a nivel microelemental, en el sistema neuronal que compone la masa encefálica, la cual, a la vez, está compuesta de partículas. De esta manera, podemos decir de un cerebro en particular que: “Este cerebro es conciente o este cerebro está teniendo una experiencia de sed o de dolor no podemos decir de ninguna neurona particular del cerebro: esta neurona tiene dolor, esta neurona está teniendo una experiencia de sed” . En conclusión, el modelo explicativo de la física nos muestra que no hay nada más común en la naturaleza que los rasgos superficiales de un fenómeno sean “causados por” y “realizados en” un nivel microestructural, cuyo sistema complejo está compuesto de partículas. Y “esas son exactamente las relaciones que se exhiben en la relación de la mente con el cerebro” .

En conclusión, el modelo explicativo de la física nos muestra que no hay nada más común en la naturaleza que los rasgos superficiales de un fenómeno sean “causados por” y “realizados en” un nivel microestructural, cuyo sistema complejo está compuesto de partículas. Y “esas son exactamente las relaciones que se exhiben en la relación de la mente con el cerebro” .

Como lo anotamos anteriormente, el modelo explicativo de la teoría atómica usado en la física sirve para explicar de forma coherente la existencia efectiva de los estados mentales, definiéndolos como rasgos de nivel superior causados por el cerebro y realizados a nivel microestructural. Ahora bien, para poder hacer más fuerte nuestro argumento se hace necesario anexar, al modelo explicativo de la teoría atómica, los principios de la biología evolucionista. Todos los sistemas vivos están compuestos de órganos especializados y constituidos por partículas que a su vez se organizan en moléculas. Desde el punto de vista de la biología evolucionista, los sistemas evolucionan gracias a la necesidad de supervivencia. El éxito de cada sistema se mide por su supervivencia en el medio. De esta forma, se hace necesario para la especie transmitir dicha información a sus predecesores. Es así como:

Instancias particulares de los tipos llevan a la existencia a instancias similares. Así, cuando las instancias originales han sido destruidas, el tipo de patrón por ellas ejemplificado continúa en otras instancias y continúa siendo replicado a medida que generaciones subsiguientes de instancias producen otras instancias .

Con lo anterior se quiere dar a entender que las instancias particulares o individuos pertenecientes a cierta especie reproducen su mismo fenotipo, es decir, las mismas características físicas. El fenotipo se constituye, entonces, en el rasgo superficial de la carga genética transmitida a nivel microestructural por aquellas instancias particulares. Desde el punto de vista de la evolución biológica, los organismos nacen con diferencias morfológicas o fenotípicas que vienen determinadas desde su genotipo, aquellos individuos cuya diferencias morfológicas se adapten mejor al medio son los que sobreviven a él y tienden a perpetuar, por así decirlo, su información mediante la reproducción, transmitiéndola a su descendencia.

Como vemos, la biología evolucionista tipifica dos niveles de explicación para su teoría, un nivel funcional en el que se explica la supervivencia de la especie en términos de adecuación morfológica al medio, la cual es llamada fenotipo. Este fenotipo no es más que las características físicas de cierta especie. El otro nivel de explicación es el “causal”, en el cual se explica los mecanismos a nivel microestructural por medio de los cuales los rasgos superficiales de los organismos se relacionan de manera efectiva con el medio.

Para ilustrar lo anterior, tomaremos como ejemplo el dado por Searle en su libro El redescubrimiento de la mente, allí el filósofo norteamericano dice, con respecto a la explicación funcional, lo siguiente:

¿Por qué las plantas verdes giran sus hojas hacia el sol? La explicación funcional dice: este rasgo tiene valor de supervivencia. Al incrementar la capacidad de la planta de realizar la fotosíntesis. Al incrementar la capacidad de la fotosíntesis, incrementa la capacidad de la planta de sobrevivir y reproducirse. La planta no gira hacia el sol para sobrevivir; más bien la planta tiende a sobrevivir porque esta predispuesta a girar hacia el sol en cualquier caso .

Ahora bien, la explicación causal que se da en el nivel de los microelementos, es decir, a nivel del genotipo, complementa la explicación del fenómeno de la siguiente forma: “La estructura bioquímica de la planta en tanto que determinada por su equipamiento genético causa que secrete la hormona del crecimiento, la auxina, a las diferentes concentraciones de auxina causan a su vez que las hojas giren en dirección a la fuente de la luz” .

Así, pues, al unir los dos niveles de explicación, se tendría una explicación complementada y ampliada de tal manera que es totalmente coherente tanto con la visión científica del mundo, como desde el sentido común. El fenotipo, como características físicas de nivel superior, está causado y producido en el sistema de los microelementos de la bioquímica estructural que constituye al individuo, es decir, el genotipo. De esta forma, tenemos que: “… el genotipo sobrevive y se reproduce porque el fenotipo, en tanto que producido por la interacción del genotipo con el medio ambiente, tiene un valor de supervivencia en relación al medio ambiente. En forma muy breve, estos son los mecanismos de la selección natural. “ .

Bajo este modelo explicativo tenemos que todos los procesos evolutivos están determinados por la necesidad de supervivencia de las especies, las cuales deben cambiar para alcanzar su propia supervivencia y la de sus generaciones posteriores. Si tomamos como punto de partida que el ser humano al igual que los demás animales está determinado por las mismas leyes de la evolución, es entonces factible pensar que los humanos alcanzamos la cúspide de la escala gracias a ciertas características que se pueden explicar bajo los criterios anteriormente expuestos. El éxito de nuestra supervivencia está determinado por la aparición de un sistema nervioso que evolucionó hasta convertirse en un cerebro. Este sistema nervioso, al igual que todos los sistemas, conformó órganos especializados que le eran útiles para desenvolverse en el medio natural. Ahora bien, como ya sabemos, los organismos están compuestos a nivel estructural de células, las cuales desarrollaron subsistemas de células nerviosas, que, a su vez, formaron sistemas nerviosos capaces de interactuar con el medio como estrategia de supervivencia . El cerebro, como parte del sistema nervioso, tiene la “capacidad de causar y mantener procesos y estados de conciencia”; como vemos, la conciencia es una característica biológica específica de los animales superiores con un sistema nervioso central altamente complejo. Así, pues:

En pocas palabras la conciencia es un rasgo biológico de los cerebros humanos y de ciertos animales. Está causada por procesos neurobiológicos y es una parte del orden biológico natural como cualquier otro rasgo biológico, como lo son la fotosíntesis, la digestión o la mitosis. Este principio es el primer estadio para la comprensión del lugar de la conciencia en el seno de nuestra concepción de mundo .


Queda así abierta la puerta para afirmar que la mente y los fenómenos mentales están efectivamente causados por procesos acontecidos en el cerebro y que la mente y los estados mentales, tales como conciencia, subjetividad e intencionalidad, son rasgos de nivel superior de la actividad cerebral.



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Argumentación

Algunas reglas de la argumentación

Las reglas de la lógica, de la geometría y de la aritmética, las reglas de la me¬dición de fenómenos físicos, las reglas gramaticales o las de la pragmática de! lenguaje sirven para la creación v la ordenación sintáctica de constructos simbólicos. Estas reglas son constitutivas para las prácticas correspondientes. En tanto que estas prácticas no se refieren a nada externo a la propia praxis, las vulneraciones de las reglas sólo tienen consecuencias intrínsecas.(Habermas, 2002)

La tesis es la proposición central de un artículo o de una exposición. Es una proposición generali-zada en la que se afirma o se niega algo. Debido a ello, es la macroproposición más importante y en tomo a la cual se articulan todas las demás en un ensayo. Es, por tanto, una proposición de carácter general que arti¬cula la multiplicidad de proposiciones que conforman los textos (Van Dijk, 1983. 1997 y 2001.)
En tanto proposición, la tesis debe afirmar o negar algo de carácter universal o particular; y en tanto columna vertebral, debe corresponder a una afirmación o negación de tipo general. Debido a ello, debe ser necesariamente una macroproposición.
En consecuencia, formular una tesis implica tomar postura, aceptar o rechazar algo. Postular una tesis exige optar, proponer y concluir. En términos de Van Dijk, implica omitir, generalizar y construir (Van Dijk, 1987).

Argumentar, como se explicó anteriormente , implica encontrar razones que permitan justificar una posición, de manera que se resuelva relativamente la tensión y las contradicciones generadas y ello garantía1 la adhesión y convicción del público.

Como dice Perelman:
"Se propone, pues, persuadir o convencer: no consiste en inferencias válidas y constructivas, sino que presentan ar¬gumentos más o menos fuertes".
(Perelman, 1997,20)

En este contexto, el sentido del presente texto consiste en precisar qué reglas habría que tener en cuenta en cualquier tipo de argumentación para elevar la capacidad de convencimiento y de sustentación, respetando los principios de coherencia y validez necesarios en una argumentación que involucre el contenido. Es decir, resolver el interrogante implica tener en cuenta unas reglas que garanticen la legitimidad de la argumentación (Van Dijk, 1997); pero, teniendo en cuenta -con Habermas- que la violación de estas reglas solo tiene efectos intrínsecos, porque no son de carácter deontológico, social y coercitivo. En dicho sentido, su incumplimiento no genera ningún tipo de castigo: ni de la conciencia, ni de la sociedad, ni de la naturaleza (Habermas, 2002, 24). Pese a ello, su efecto es que Ia verdad que se intenta sustentar pierde validez.

Veamos ocho posibles reglas en todo proceso argumentativo.
1. Regla del paso previo

Antes de iniciar su argumentación, revise cuantas veces sea necesario su tesis o enunciado central, con el fin de asegurarse de que éste sea perti¬nente y se garantice que esté formulada de la manera más clara, general, jerárquica y precisa. En tanto proposición central, es indispensable que la tesis haya sido escrita en un lenguaje comprensible, claro y preciso. Cuando enfrente dudas, como afirma Oham, entre dos explicaciones, siempre prefiera la más sencilla.
"como regla general, puede estar seguro de que si alguien no puede expo¬ner un tema en un lenguaje sencillo, claro y convincente, con analogías y ejemplos, es precisamente porque no lo comprende a cabalidad. Como afirma Davidov:

"Dominar un concepto supone no ya conocer los rasgos de los objetos y fenómenos que el mismo abarca, sino también saber emplear el concepto en la práctica, saber operar con él".
(Davidov, 1979,27).

La regla del paso previo podría formularse de la siguiente manera: No argumente hasta que la tesis o idea central esté claramente delimitada.

En diversas situaciones de la vida se podrían presentar situaciones aná¬logas a la señalada en la regla del paso previo para la argumentación; como por ejemplo, al investigar, al escribir, al exponer o al elaborar una evaluación de los estudiantes. Para cada una de esas actividades podría¬mos aplicar una regla similar. De esta manera, no se debería iniciar una investigación hasta que no se tuviera completamente definida y precisa la pregunta problema; no se debería comenzar a escribir un ensayo o a realizar una exposición hasta que no se tuviera la idea central a exponer definida de manera precisa y clara; y, en forma similar, un profesor no debería iniciar la formulación de las preguntas de una evaluación hasta tanto no tenga definido —como diría Coll- el para qué y el qué de la evaluación (Col!, 1987).
Así mismo, tenga en cuenta que una inadecuada identificación de la tesis en la lectura anula buena parte de la argumentación sugerida; y que una inadecuada formulación de una tesis deja la argumentación formulada en una situación muy endeble. Por ello, la precisión es claramente un paso previo a la argumentación.

Se viola esta regla cuando se comienza a argumentar sin haber definido plena y claramente la tesis o idea a sustentar. Y esto sucede porque a la tesis le falta o le sobra, precisión. En el primer caso se viola la regla la generalización formulada por Van Dijk, y en el segundo, se viola la regla de la omisión (Van Dijk, 1987. 59 a 63).
La regla de la generalización omite información y al hacerlo elimina pro¬posiciones y términos, para sustituirlas por proposiciones de carácter mil» general que incluyan a las anteriores. Recurre, por tanto, a la abstracción y generalización (Davidov, 1979). Es así como el término frutas puede reemplazar en una proposición a los bananos, el mango o los durazno-. Alcanzando con ello un mayor nivel de generalidad.

Por otro lado, la regla de la omisión establece que hay que eliminar aque¬lla información de poca importancia y no esencial para la comprensión, Como dice Van Dijk: "Esto no significa que la información en sí misma no sea importante, sino que a lo sumo es secundaria para el significado o la interpretación en un nivel superior o más global" (Van Dijk, 1987,60).

En consecuencia, una tesis que señale un excesivo número de elementos y de informaciones particulares no cumple con la regla del paso previa como tampoco lo cumpliría una tesis a la que le falten abstracción y I generalización. Veamos algunos ejemplos.
Ejemplo 1:

La velocidad con la que cambian las ideas, los productos, los procesos, las empresas, los servicios y el mismo mundo económico contrasta con la lentitud alcanzada por los cambios en educación.

en este ejemplo se viola la regla del paso previo por imprecisión, dado que por pretender decir mucho, la afirmación pierde en precisión al mezclar la definición y la afirmación central. Sin embargo, si observamos más detenidamente, podremos ver que las ideas, los productos, los procesos, las empresas y los servicios, podrían agruparse bajo el vocablo "mundo económico". Al hacerlo, aplicamos la regía de la generalización de Van Dijk, ganando en precisión y en consistencia en el texto. De esta forma una reformulación de la tesis podría ser:

Ejemplo I (corregido):

La velocidad con la que cambia el mundo económico contrasta con la lentitud alcanzada por los cambios en educación.

Para ilustrar lo difícil que es comprender y recordar una información excesivamente puntual y singular, piense por un momento en los si¬guientes números:
9,7814692
30,095843
25,139072
Ahora píense en estos otros números:
10
30
25
¿Cuales son más fáciles de recordar?
Como puede verse, el uso de un número excesivo de decimales impide la asimilación de la información, ya que en el cerebro quedan resonando múltiples números, dificultando con ello la diferenciación conceptual, y por ende, la comprensión. Por tratar de decir mucho, se termina diciendo muy poco; algo así, le pasó de tiempos atrás a la escuela tradicional, que privilegió lo singular y específico generando niveles muy bajos de aprendizaje y desarrollo tanto a nivel cognitivo como valorativo (De Zubiría, 2005b).

Ejemplo 2

Un segundo ejemplo para evidenciar el incumplimiento en la ley del paso previo lo tomaré de afirmaciones realizadas por el actual Presidente de los EEUU. Al respecto, he seleccionado un listado de afirmaciones realizadas cuando George Bush era Gobernador del Estado de California. De antemano debe llamarse la atención en el sentido que una cosa es que un joven cometa errores en el uso de las reglas; y otra cosa es que lo diga el propio Presidente reelecto de la principal potencia del planeta lo diga. Veamos algunas de sus frases que resaltó la prensa y las cuales fueron recopiladas en un texto titulado de manera bastante original (Liévano, L, 2004)

• "La gran mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país".
• "Yo mantengo todas las declaraciones equivocadas que hice".
• "Un número bajo de votantes es una indicación de que menos personas están yendo a votar",
• "Es tiempo para la raza humana de entrar en el sistema solar".

Ahora veamos no solo una tesis, sino algunas simples cadenas deductivas formuladas por el mismo personaje, las cuales tampoco cumplirían la regla del paso previo propuesta:

• "Marte está esencialmente en la misma órbita. Marte está más o menos a la misma distancia del Sol, lo que es muy importante. No¬sotros tenemos fotos donde existen canales, pensamos, es agua. Si hay agua, eso significa que hay oxígeno. Si hay oxígeno, significa que podemos respirar".
• "He hablado con Vicente Fox, el nuevo Presidente de México, para tener petróleo que enviar a EEUU. Así no dependeremos del petróleo extranjero".
"Nosotros tenemos un firme compromiso con la OTAN. Nosotros formamos parte de la OTAN. Nosotros tenemos un firme compromiso con Europa. Nosotros formamos parte de Europa".

Después de leerlo no hay que olvidar que son frases pronunciadas por el actual Presidente reelegido de los Estados Unidos y a quien su esposa se refirió como una persona que dormía mucho y que fue muy poco a visitarla en la biblioteca que dirigía dado que la lectura no era uno de sus intereses (El Tiempo, 28 de diciembre de 2004).
Otras joyas para tener en cuenta de algunos otros expresidentes de EEUU y de Colombia;
• "Ir a la Universidad me ofreció la oportunidad de jugar al fútbol cuatro años más". (Ronald Reagan)
• "Yo no fui a América Latina con algún interés para los estadouni¬denses, ni nada; yo fui a conocerlos y aprender de sus puntos de vista. Sorpréndanse, son todos países independientes". (Ronald Reagan)
• "Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones". (Ex¬presidente de Colombia, Julio César Turbay)

De manera análoga, la regla del paso previo puede incumplirse en dos casos complementarios a los señalados:

• El primero de ellos sería el de la investigación. Se incumple la ley cuando se inicia una investigación sin tener definida y precisa la pregunta proble¬ma. Este tipo de investigaciones por lo general fracasa, como se observa con frecuencia al culminar los programas de educación superior. El último caso sería el de la escritura de ensayos o presentación de exposiciones. Por ello, la principal derivada de lo dicho al respecto, es que no se debe iniciar un ensayo o una exposición hasta no tener la idea central definida y precisa.

Regla del paso previo

Formulación: No argumente hasta que la idea central que quiere sustentar esté claramente delimitada

2. Regla de las falacias

Las falacias son argumentos falsos, con apariencia de verdad; de allí que esta ley se viole con enorme frecuencia en argumentos de uso político. La regla la podríamos formular de la siguiente manera: No presente como verdadero un argumento que sabe que es falso con el fin de convencer o de demostrar que tiene la razón (la regla también se aplica con argu¬mentos parcialmente falsos o con argumentos que dejaron de ser ciertos, aunque lo fueron en otra momento o contexto).

Ejemplo 1: La falacia de los "chivos expiatorios"

1 .a película "En nombre del padre", basada en la autobiografía de Guerry Conlon, titulada "Probado inocente", es una extraordinaria obra para reconocer argumentos falaces. La idea principal de la película es mostrar cómo el gobierno inglés envió a la cárcel a un grupo de inocentes irlandeses durante 17 años como chivos expiatorios, para poder mostrarle a su pueblo que habían sido vengados los asesinos de los atentados del IRA ocurridos en Londres en 1974.

Para sustentar esta idea se recurre principalmente a tres argumentos: De un lado, los inculpados eran inocentes. Los inculpados eran hippíes, ladronzuelos de barrio y familiares de ellos, que casualmente estuvieron en cercanía de los lugares de los atentados.

De otro, el gobierno inglés sabía de la inocencia de los inculpados: lo sabía por testimonio de un indigente irlandés y por declaraciones del propio dirigente del IRA responsable de los atentados, quien, ya de¬tenido, reconoció su autoría en los atentados y confirmó que se estaba condenando a personas inocentes.

Finalmente, hay que entender que el gobierno inglés utilizó a los hippíes y ladronzuelos irlandeses y a sus familias como chivos expiatorios para frenar la ira generalizada que habían provocado los atentados en Inglaterra. De allí que el gobierno haya prohibido a la defensa revisar los archivos que demostraban la inocencia de todos los implicados y que los confesos autores del IRA no fueran juzgados por los hechos.
Otra más, esta con el fin de favorecer la reelección del gobierno de Aznar en España

Partamos del hecho ocurrido en el 2004 estos hechos fueron atribuidos de inmediato a la ETA, a pesar de que las pruebas mostraban que realmente lo había hecho una célula de Al Queda. Allí se intento favorecerla votación por le gobierno de aznar a tres días de las elecciones y de otro, generar rechazo a las tendencias socialistas en ascenso.

Los posibles razonamientos son;
1. si se descubre que los atentados fueron hechos por Al Queda y no por ETA, era casi seguro que los españoles culparan al gobierno de aznar de haberlos vinculados a una guerra en el medio oriente. Por el contrario si culpa a ETA la ira del pueblo español contra el terrorismo domestico le solicita mano dura al gobierno y para esto es mejor un gobierno conservador como el de aznar y no uno de carácter socialista como el de zapatero.

Pese a lo dicho, la falacia pudo ser descubierta y el pueblo español la cobró con un voto de censura en las elecciones realizadas días después, dando como absoluto triunfador al PSOE y a su candidato Zapatero.

Ejemplo 5: Las falacias que justificaron la invasión a Irak

La política internacional es un campo de enorme uso de las falacias, por ello recurriremos como quinto ejemplo a los argumentos esgrimidos por EEUU para "justificar" su última invasión. Dada la actualidad, desarro¬llaremos con mayor extensión los principales argumentos esgrimidos, los cuales fueron claramente falaces. Veamos porqué.

El primer argumento esgrimido por EEUU fue que Irak representaba una amenaza política y militar para la zona del Medio Oriente. El segundo, que Irak tenía armas químicas y de destrucción masiva; y el tercero, que Irak había apoyado a Al Queda y financiaba el terrorismo internacional. Analicémoslos uno por uno.

Salvo para sus propios pobladores, en el momento de la invasión, Irak no representaba ningún peligro para los habitantes del mundo. Irak no expresaba ninguna amenaza ni ninguna posibilidad de desequilibrio eco¬nómico, militar o político ni para EEUU, ni para ninguno de sus vecinos. Hussein era. Como tantos dictadores, autoritario, violador de los derechos humanos, persecutor étnico y ególatra; avalado, armado y enquistado en el poder con el apoyo estadounidense brindado durante varios años y venido a menos con sus socios principales en la última década.

El ejército iraquí no era ni la sombra de aquel ejército fortalecido en la primera guerra del golfo contra el Irán de los Ayatollas (1980-1988), guerra en la que Hussein luchó al píe de los norteamericanos, quienes querían evitar a toda costa la expansión en el Medio Oriente de la revolu-ción islámica que nacionalizaba et petróleo, imponía un Estado teocrático y establecía la ley islámica en todos los estamentos. En aquel entonces, EEUU e Inglaterra dotaron de armamento al dictador iraquí ante la amenaza de la revolución chiíta, que con profundo carácter religioso se gestó en Irán para expulsar al Sha, dictador impuesto y apoyado por los EEUU desde veinticinco años atrás. Eran tiempos donde Hussein era un verdadero socio de la empresa norteamericana por el dominio de petróleo y la geopolítica en el Medio Oriente,
Pero el Irak del año 2003 era distinto. Doce años de sanciones conti¬nuas por parte de las Naciones Unidas lo habían debilitado de muerte. A Irak las Naciones Unidas lo castigaron con la prohibición de la venta de petróleo en el mundo e Irak solo vendía para aquel entonces petróleo y dátiles. Reiteradas resoluciones de las Naciones Unidas permitieron ventas mínimas y temporales del petróleo iraquí pero bajo la propia administración y regulación de la ONU y específicamente para adquirir con dichas divisas alimentos en el mercado mundial, dentro de lo que se llamó programa de "petróleo por alimentos" de las Naciones Unidas. Ningún país había sido sometido a presión y bloqueo económico tan intenso. Según investigaciones adelantadas por UNICEF, el bloqueo a las importaciones de alimentos produjo 500.000 muertes prematuras de niños, a razón de 5.000 niños muertos por mes (Citado por Chomsky, 2002). La tasa de mortalidad para niños menores de cinco años se mul¬tiplicó por dieciséis a raíz de las medidas de embargo petrolero, según el Centro de Estudios de la OPEP. Siendo así, es bastante claro que el Irak del año 2003 no tenía dinero ni para alimentar a su población ni para continuar su programa armamentístico que había adelantado hasta 1991. En estas condiciones, se entiende que haya retrocedido unos veinte años en su nivel de desarrollo humano.

Irak del 2003 no poseía el armamento sofisticado del que hablaba Bush. No tenía el dinero para ello y las inspecciones realizadas durante la dé¬cada del noventa -Irak recibió 8.000 inspectores entre 1991 y 1993 que ha¬bían controlado de manera significativa la existencia del armamento de destrucción masiva. Eso lo sabía EEUU (que ha realizado más de mil pruebas nucleares desde 1945), que cuenta con todos los aparatos para detectar armamento de destrucción masiva vía satelital, que destruyó al ejército iraquí una vez se retiraba de Kuwait y que presionó las resolucio-nes sancionatorias de la ONU. Como lo sabía, no permitió la culminación de las visitas de los inspectores de la ONU. Antes de cumplir su plazo, saboteó dichas misiones.
El hecho claro es que Irak difícilmente podía haber tenido armamento de destrucción masiva y de tenerlo, con toda seguridad lo habría usado contra el ejército invasor.
La segunda guerra de! Golfo (1990-1991), había dejado dos millones y medio de desplazados en la zona, destruyó en un 85% la flota aérea iraquí, debilitó sensiblemente su infraestructura y marcó un retroceso de veinte años en los indicadores de desarrollo humano y social de Irak. Y a pesar del armamento tan sofisticado y del supuesto carácter quirúrgico de la guerra, en ella murieron 100.000 iraquíes, la mitad de ellos menores de edad (Fratinni, A. 2003).

Así mismo, es falaz la acusación norteamericana de que Hussein hubiese apoyado a Al Qaeda. El propio ex presidente Jimmy Cárter afirmó en documento público que no podían considerarse para nada convincentes las relaciones supuestamente establecidas entre Al Qaeda y el gobier¬no de Bagdad (Revista Semana, abril de 2003) Sin embargo, no solo nunca pudo probarse nada, sino que es muy poco probable que Hussein avalara uno de los movimientos más radicales del fundamentalista islá¬mico, siendo él fundador en Irak del partido nacionalista y laico Bazz. Tampoco resulta creíble que un fundamentalista como Bin Laden haya apoyado al régimen más aislado del mundo árabe, que gobernó con la minoría sunita y fue el menos religioso y representativo del Islam. Como debería ser más claro para el gobierno norteamericano -y parece que no lo es- no todos los norteamericanos son cowboys, así como no todos los árabes son fundamentalistas. Las visiones maniqueas de la historia, tan comunes en Hollywood, no tienen nada que ver con una realidad cada día más compleja, flexible y diversa.

Siendo bastante evidente que los argumentos dados por la "coalición" liderada por EEUU carecen de sustento argumentativo, hay que pregun¬tarse por los verdaderos motivos que condujeron a EEUU y su socio principal a bombardear un segundo país en menos de año y medio. Como dijo Gaicano, fue una alianza de dos. Los demás sirven el café y esperan la propina (Gaicano, 2003).
Las verdaderas razones ocultas tras los argumentos falaces

Como es sabido, Irak posee las segundas reservas probadas de petróleo del mundo, mientras que las primeras las tiene Arabia Saudita, uno de los principales aliados de EEUU en la zona. El petróleo iraquí alcanza para cien años sucesivos de explotación. Tiene reservas confirmadas de 112.000 millones de barriles y 400.000 millones de barriles en reser¬vas estimadas. EEUU, que actualmente importa el 57% del crudo que consume, es el principal importador de petróleo y sabe que el 75% del las reservas de petróleo del mundo están en Medio Oriente y en el mar Caspio. El petróleo de Irak está en manos de empresas rusas, chinas y francesas.

Como puede verse, cada uno de los argumentos falaces fue pensado para ocultar las verdaderas intenciones y los verdaderos intereses ocultos de¬trás de la invasión y dominación del territorio iraquí por parte del gobierno norteamericano. De allí, que dos años después de la invasión, no fueran encontradas las armas de destrucción masiva, no se elevó, sino que por el contrario se debilitó la estabilidad política en el Medio Oriente; y no ha realizado Al Qaeda ninguna acción militar de importancia contra los intereses norteamericanos en la zona.

3. Regla de la completud

Definida claramente la tesis, es necesario hacerse la pregunta ¿qué es lo que se quiere argumentar? Y establecer a partir de allí las rutas para argumentar. Debe tenerse en cuenta que los argumentos más generales casi siempre están definidos desde la misma tesis. Así mismo, hay que determinar qué tipo de argumentos serán utilizados. Para ello es esencial tener en cuenta que se deben argumentar todos los aspectos incluidos en la tesis y no solamente algunos de ellos. Teniendo en cuenta lo anterior, la regla podría formularse en los siguientes términos: Seleccione todos los argumentos principales según la tesis.

La regla de la completud se incumple de dos maneras diferentes:

• Se incumple al no contemplar los posibles contra argumentos
• Se incumple por subargumentación (la cual se origina en la sobreinducción)

Dado lo anterior, preocupan seriamente los resultados encontrados al res¬pecto en Francia y en Colombia. Es así como sólo el 40% de los escolares franceses a los 12 años producen contra argumentos (Brassart, 1988) y. según las investigaciones, en Colombia solo el 6% de los estudiantes de 15 años tiene en cuenta otros puntos de vista (Martínez. 2001).

Un ejemplo de incumplimiento de la regla por no contemplar todos los contra argumentos sería el evidenciado en la siguiente tesis.

TESIS: Un sistema de corriente eléctrica manejado por los profesores y utilizado contra los alumnos distraídos, resolvería los problemas disci¬plinarios en los colegios (estudiante anónimo).

En este ejemplo se incumple la regla ya que existirían múltiples contra argumentos de por qué es equivocada la propuesta anterior. Si bien resultaría incluso cierto que con corriente eléctrica se disminuiría la indisciplina en los colegios, ¿qué pasaría con el autoconcepto de los estu¬diantes en ese tipo de escuelas? ¿Dónde quedaría su autonomía? ¿Dónde sus elementales y sagrados derechos humanos? Dado que ninguna de las preguntas anteriores podría resolverse satisfactoriamente, la idea de utilizar corriente eléctrica no es sustentable, y debido a ello, no cumple la regla de la completud.

Un segundo y diferente ejemplo de violación de la regla de la completud, se podría presentar teniendo en cuenta una de las ideas que ha sido soste¬nida por algunos educadores, en el sentido de formular que la presencia de la tecnología contemporánea asociada al internet cambiará de manera profunda la educación. Para ello se ha recurrido principalmente a dos tipos de argumentos. De un lado, al cambio profundo que ha significado Internet en el trabajo y la recreación; y de otro, al bajo nivel tecnológico hoy día vigente en la escuela. Sin embargo, esta argumentación es clara¬mente incompleta, ya que, el hecho de cambiar el trabajo y la recreación
No significa que Internet también cambie la educación. Por el ello. Podemos decir que esta tesis está subargumentada y que no cumple la regla de la completud. Podría incluso pensarse como argumento analógico que cuan¬do llegó la televisión surgieron voces similares anunciando la profunda transformación que ello implicaría en la educación dados los enormes cambios que había generado en la recreación. Y si bien la "pequeña caja de madera" cambió para siempre la recreación, la televisión no logró incidir ni siquiera marginalmente en la escuela. Como debería ser más claro, una cosa no significa la otra. Un invento que transforme de manera sensible la recreación, no por ello transformará la escuela.
Por el contrario, parece mucho más lógico suponer que ningún cambio tecnológico podrá modificar de manera sensible la educación si no está acompañado de transformaciones sensibles en los fines y contenidos de la educación (De Zubiría, 2005b).

Un caso similar al anterior se presenta cuando una tesis o idea principal está subargumentada; es decir, cuando no todos los elementos de la tesis están adecuadamente sustentados. Uno de los errores más frecuentes en el razonamiento consiste en generalizar muy rápidamente a partir de un número muy reducido de casos. Este aspecto es conocido en la lógica formal como el error de la sobre inducción. Aplicado al caso analizado consistiría en proponer un número pequeño y no representativo de casos de verificación de la tesis (argumentos empíricos). Para evitarlo, aborde y resuelva de manera sistemática y clara las siguientes preguntas: ¿son representativos los ejemplos planteados? ¿Hay contraejemplos? En caso de que suceda esto último, lo más seguro es que tenga que precisar o matizar su tesis o idea inicial. Lo triste y paradójico es que quienes más se benefician de los errores de pensamiento son las estructuras del poder político y económico.

Así mismo y con enorme frecuencia, el mundo mercantil utiliza el error de razonamiento sobreinductivo al que nos estamos refiriendo. De allí que se realicen promociones, se presenten precios con varios decimales pero inferiores al entero siguiente o se utilicen los llamados "precios ganchos", Todo ello con el único propósito de vender y ganar más. En este último caso, un producto por sección baja de precio, con el exclusivo propósito de generar la imagen de un almacén que vende a precios bajos. De esta manera, el comprador no concluye que tres o cinco productos tienen en el almacén un precio bajo, sino que se induce el error de pensamiento de considerar que todos los precios de éste son muy bajos. Así se elevan considerablemente las ventas, logrando con ello una "isla de pérdidas en un océano de utilidades", vendiendo barato tres o cinco productos y mucho más caros todos los demás.

4. Regla del lenguaje y de las definiciones

La regla del lenguaje y las definiciones tiene su origen en la polisemia y en la ambigüedad del lenguaje natural.

El lenguaje es polisémico; es decir, dado un término, se pueden inferir diversos significados y sólo gracias a la contextualización podemos inferir el significado más adecuado para la situación. (Hermenéutica)

Así mismo, el lenguaje es ambiguo, pues todos sus enunciados están impregnados en algún grado de emoción, ideología y valor, ya que fueron escritos en un lenguaje familiar y somos seres que pensamos y amamos y que amamos lo que pensamos y pensamos lo que amamos. Por ello no es posible una total independencia entre lo cognitivo y lo socioafectivo en la vida cotidiana.
Lo anterior siempre es así ya que el lenguaje está inscrito en múltiples contextos (Van Dijk, 1983) y su uso refleja intereses, ideales y valores. Como afirma el juez español que no le permitió al dictador chileno Pinochet comprar libremente sus corbatas en Londres:

"Las palabras nunca son inocentes o cristalinas, constituyen una realidad compleja. Están sumergidas en un conjunto de relaciones que si son guiadas por la mala fe o por una intención torcida desvían su sentido, alteran su contenido y pervierten su significado.

Surge así el lenguaje como arma política, que en vez de incluir, excluye; en vez de aglutinar, separa; en vez de su¬mar, resta; en vez de agrupar, dispersa; en vez de permitir, censura, y en vez de ayudar, traiciona "
(Garzón, 2004)

La regla del lenguaje busca contrarrestar estas características propias del lenguaje natural, dado que en una estructura argumentativa -en la medida de lo posible- las proposiciones deberían estar escritas en un lenguaje claro, consistente y preciso. Para ello hay que evitar el uso de los lenguajes altamente cargados de emotividad e imprecisión. No es adecuado hacer que un argumento parezca bueno caricaturizando al oponente o la idea que se está rebatiendo. La emotividad hace excesiva¬mente subjetivas las proposiciones y por ello se multiplican las posibles acepciones e interpretaciones, dificultando la claridad y el rigor requerido en la argumentación. Respetando la regla del lenguaje se evita, igual¬mente, la falacia ad hominem, mediante la cual se ataca a la persona de la autoridad y no su argumento.

Se viola esta regla cuando se utilizan argumentos cargados emocionalmente, cuando se ataca a la persona que formula el juicio y no su argumento o cuando se utiliza lenguaje impreciso.
Por el contrario, los lenguajes artificiales y formales carecen de la subjetividad y emotividad propias del lenguaje natural. Como sostiene Perelman:
La argumentación se presenta siempre en un lenguaje natural en tanto que la demostración utiliza lenguajes artificiales.
(Perelman, 1997)

Debido a esto el lenguaje gana en precisión si se utilizan términos precisos y con acepciones explícitamente señaladas si ello es Necesario. De allí que con gran frecuencia sea necesario precisar y definir los términos.

Las definiciones

Para definir un término existen cuatro tipos de procedimientos:

La definición aristotélica. Se entiende por definición aristotélica aquella que recurre al género y a la diferencia específica o característica esen¬cial de un concepto. De esta manera se entenderá el hombre como un animal-racional, el perro como a un canino que ladra; el cuadrado como un rectángulo cuyos cuatro lados miden igual; y la familia, como una institución social establecida a partir de los vínculos de sangre.

La definición aristotélica tiene una enorme importancia y resulta la ma¬nera más generalizada de definir un concepto. Requiere precisión y rigor para que efectivamente corresponda al género correspondiente y para que la característica señalada constituya un aspecto esencial.

Cada palabra no sólo designa un objeto, sino que aísla su característica esencial. Esto se puede ver fácilmente si analizamos la raíz de la palabra... esta función analítica o abstractiva de la palabra es más fácil de ver en las palabras compuestas de más reciente aparición...teléfono, televisor.
Dos ejemplos de definiciones aristotélicas serían los siguientes. El pri¬mero de ellos está referido al concepto de educación de Vigotsky:
"La educación, -dice Vigotsky— puede ser definida como el desarrollo artificial del niño. La educación es el domi¬nio ingenioso de los procesos naturales del desarrollo. La educación no sólo influye sobre unos u otros procesos del desarrollo, sino que reestructura, de la manera más esencial, todas las junciones de la conducta".
(Vigotsky, 1987)

El segundo ejemplo es referido al carácter cultural e histórico del ser humano y lo utiliza Merani.

"Somos seres histórica y culturalmente determinados. De este modo los individuos somos por nacimiento, nos mantene¬mos en el ser histórico por duración y realizamos nuestro ser en las circunstancias socioculturales que nos toca vivir".
(Merani, 1976)

La definición operativa. Esta segunda manera de definir se utiliza cuando se requiere una gran precisión conceptual. Por ello, se utiliza con frecuen¬cia en investigaciones que requieren precisar si se presenta un fenómeno o no. De esta manera, se puede determinar como definición operativa de un concepto como resonancia familiar el conocimiento de los intereses del niño por parte del padre y para ello se establecen algunos indicadores e índices de presencia (Gallardo y Moreno, 1999).

La definición por exclusión. Es una variante de la definición aristotélica, que se presenta cuando, dado el género, se recurre a otros miembros de la misma clase para precisar sus diferencias. Señalemos un ejemplo:
Ejemplo

Definición de un animal por oposición al ser humano

"el animal percibe la realidad únicamente como individuo, aunque sea gregal; cara a cara podríamos decir, de manera directa, sin que intervenga la experiencia del grupo. Cada individuo es responsable de su experiencia cuyos resultados mueren con él".
(Merani, 1979)
Como puede verse en el diagrama anterior, la inteligencia es entendida por Piaget como la capacidad para adaptarse a situaciones nuevas. Es evolutiva, en tanto las estructuras con las eualcs conocemos el mundo son variables para cada período. Por tanto, cuando se pasa de un estadio a otro se adquieren esquemas y estructuras nuevas.
5. Regla de la coherencia

La regla de la coherencia dice que siempre se debe usar un único signi¬ficado para cada uno de los términos referenciados en un ensayo. Con ello se evitará la falacia de la "ambigüedad". Con esta regla lo que se busca es que el texto guarde coherencia y que siempre que se utilice un término sea preciso el significado que se quie¬re formular. De allí que cuando se usen términos que tienen diversas acepciones o que sean utilizados de una manera diferente a su acepción más frecuente, sea necesario precisar en qué sentido se está utilizando el término dado.
Se viola esta regla cuando se utilizan términos otorgando a ellos acep¬ciones diferentes en distintas partes del texto.

Ejemplo 1 Por ejemplo:

El bagre es un pez
Los peces nadan
Pez es una sílaba
El bagre es una SÍLABA
Simbólicamente:
A es B
C es D
A es D (?)

En el ejemplo anterior, debe tenerse en cuenta que se simboliza "C es D" y no "B es C", ya que aunque se use el mismo código (pez), el significa¬do es diferente en la primera y en la segunda oración. Por ello, estamos hablando de dos conceptos diferentes.

Ejemplo 2
• Las mujeres y los hombres somos física y emocional mente dife¬rentes
• Los géneros no son iguales
• Por lo tanto, el derecho no debería tratarnos a los dos géneros como iguales
¿Por qué viola la regla de la coherencia?

Ejemplo 3
• Las aves tienen plumas,
• Las almohadas tienen plumas
• Por lo tanto, ¿las aves son almohadas?

¿Por qué se viola la regla de la coherencia? ¿Recuerda los argumentos de carácter analógico? ¿cree que la analogía es adecuada y pertinente con el nivel de descripción de las dos entidades?

6. Regla de la verificación

La regla de la verificación fue prevista para que el propio escritor de un artículo o ensayo realice su comprobación y determine si el argumento previsto es o no es un argumento. En este sentido podríamos decir que cumpliría el mismo papel que en matemáticas se le asigna a la comproba¬ción de una operación aritmética. Para verificar, por ejemplo, si una suma fue realizada correctamente, se solicita que se sume en sentido contrario (se cumple por propiedad conmutativa) o se sume asociando en diverso orden los sumandos (se cumple por propiedad asociativa). Este simple mecanismo le permite al niño o joven que está realizando la suma verificar si es o no correcta, sin tener que preguntar directamente al profesor. La regla de la comprobación busca algo similar para los argumentos, sin embargo por la naturaleza de la temática no alcanza el nivel de precisión de las reglas señaladas para los algoritmos matemáticos.
La regla para los argumentos diría que, formulada una tesis y señalado un posible argumento, se debe verificar si la proposición prevista es efectivamente un argumento. Para ello se solicita que se conecte la tesis con el argumento mediante cualquiera de los siguientes conectivos y se evalúe su coherencia lógica: ya que, debido a, o porque... (Observe documento entregado clases atrás, allí se establecen unas relaciones de función entre ideas)
Se viola esta regla cuando los argumentos no puedan conectarse lógica¬mente con la tesis utilizando los conectores señalados.

Ejemplo 1
Dada la tesis: Casi todo lo que hacemos y deseamos está 1 ¡gado a la exis¬tencia de otros hombres (Einstein), ¿cuáles de los siguientes enunciados son argumentos y cuáles no?
a) Comemos alimentos y vestimos ropas elaborados por otros hom¬bres.
b) Casi todo lo que sabemos y creemos nos fue transmitido por otros hombres.
c) Los seres humanos deberíamos ser más solidarios.
d) El hombre es una especie que ya lleva más de dos millones de años.
¿Cuál no cumple con la regla de la comprobación?
Se puede observar cómo las dos primeras proposiciones se conectan lógicamente con la tesis utilizando el conectivo "ya que", en tanto esto no es válido ni para c ni para d.
La proposición c se deriva de la tesis, en tanto la proposición d puede omi¬tirse dado que no es esencial en la microestructura (Van Dijk, 1987).

Ejemplo 2
Dada la tesis: Los géneros nacen y se desarrollan con cerebros estruc¬turados de distinta manera, ¿cuáles de los siguientes enunciados son argumentos y cuáles no?
a) La educación debería ser diferenciada para cada uno de los géneros.
b) La mujer posee más memoria para los rostros y el carácter y en¬tiende mejor que el hombre qué busca éste, incluso cuando no está diciendo nada.
c) La mujeres más sensible que el hombre y está más alerta en lo que se refiere al tacto, el olfato y el sonido. La mujer ve más y recuerda con mayor detalle lo que ha visto.
¿Cuál no cumple con la regla de la verificación?

7. Regla de las fuentes

Al tener en cuenta el contenido, como fue formulado desde el inicio, los enunciados presentan niveles y grados de veracidad. Como dice Perelman, un argumento puede ser fuerte o débil. De allí que deban existir reglas cuyo propósito sea asegurar, hasta donde sea posi¬ble, mayores niveles de certeza. La regla de las fuentes es una de ellas y parte de un principio supremamente simple: Siempre son preferibles argumentos provenientes de fuentes mejor informadas e imparciales. Por ello, siempre es necesario citar las fuentes utilizadas y preguntarse si están bien informadas, si son imparciales y si son comprobables sus afirmaciones.
Ejemplos de fuentes muy parcializadas:
• "Nosotros respetamos los derechos humanos de la población". (Gobierno)
• "Detrás del movimiento de protesta contra la política de manejo del gas en Bolivia se ocultan las fuerzas oscuras de la subversión internacional", (ex Presidente Sánchez de Lozada, de Bolivia)
• "Nos vimos obligados a intervenir en Irak para impedir el uso de armas de destrucción masiva". (Presidente Bush de EEUU)
• "Nosotros no somos los responsables del acto terrorista en el Club El Nogal", (grupo guerrillero de las FARC)
• " no soy el responsable del asesinato". (Acusado)
• "Mi hijo no puede ser el autor del robo que usted indica". (Padre al profesor)

Ejemplos de fuentes muy poco autorizadas:
• "Ésta es una excelente tierra para la siembra del maíz y el sorgo". (Cantante de música salsa)
• Figura pública apoyando a un candidato político a la Presidencia o a la Cámara Alta o Baja. (Deportista reconocido, artista o reina de belleza).
• Destacada personalidad asumiendo públicamente posiciones po¬líticas para apoyar un candidato

Teniendo en cuenta lo afirmado con anterioridad, podríamos insistir que existen tres principales problemas cuando se intenta aplicar esta regla:

• Problema I: No recurrir a una fuente verdaderamente informada, aunque se presumía que sí lo era.
• Problema 2: Suponer que como la fuente está bien informada necesariamente son válidas sus afirmaciones.
• Problema 3: Considerar que como el autor es un gran experto en un tema o área, también lo es en otras áreas (Ejemplo: considerar que como García Márquez es un extraordinario literato, también es un excelente político o pedagogo).

Morin da un excelente argumento de autoridad a lo señalado en este tercer caso. Al respecto dice: "Si un espíritu se muestra racional y riguroso en el campo cerrado de su disciplina, no se le puede atribuir esta cualidad ni en el plano de las ideas generales, ni en el terreno de la vida intelectual, social lo política".
(Morin 1984).
En consecuencia, se viola esta regla cuando se cae en cualquiera de los tres problemas señalados.


8. Regla de la causalidad

Que dos hechos se presenten simultáneamente no significa necesaria¬mente que uno de los dos sea causa del otro, ya que puede corresponder a una simultaneidad sin dirección determinada (correlación), a una si¬multaneidad casual o a una simultaneidad en la que tanto A como B son originados por otro factor.
Teniendo en cuenta lo anterior, cuando señale correlaciones, tenga en cuenta que la correlación no establece la dirección causal, la cual puede ser de A - B o de B - A. Así mismo, analice si pueden ser correlaciones coincidenciales o generadas por una causa común.

Muchos casos de la vida cotidiana nos permiten observar que esta regla de argumentación se incumple con gran frecuencia. En especial, habría que tener en cuenta los errores que están implícitos en las supersticiones, las casualidades y las correlaciones presentadas equivocadamente como causas. Veamos al respecto algunos ejemplos.
• La afirmación "la gaseosa causa infartos", utilizando como argu¬mento que se conoce una persona que después de tomar gaseosa tuvo un infarto, es claramente equivocada, ya que, en este caso, una casualidad es presentada como causa. De la misma manera las afirmaciones siguientes:
• "Encontré cien dólares después de cruzarme con un gato negro. El gato es causa del encuentro del dinero", o
• "Atravesé debajo de una escalera y después un carro me golpeó, pasar debajo de la escalera generó el golpe del carro".
En los tres casos anteriores una casualidad está siendo confundida y presentada como causa. Esto es así dado que bajo ningún punto de vista; es posible relacionar un gato con encontrarse dinero o ser golpeado con un carro con pasar debajo de una escalera.